miércoles, 25 de julio de 2012

la CIA diseño los escuadrones de la muerte



En 1946 las Fuerzas Armadas estadounidenses fundaron un centro de entrenamiento militar, conocido con el nombre de Escuela de las Américas. En el mismo, el ejército de los EE UU enseñó a miles de militantes latinoamericanos de extrema derecha toda clase de técnicas terroristas: asesinatos, torturas, manejo de explosivos,

guerra de guerrillas, guerra psicológica… Una vez que tenían bien aprendida la lección, estos futuros adalides del terror desembarcaban en sus respectivos países bajo la vigilancia de la CIA, para controlar el «patio trasero» de los Estados Unidos. Líderes de los escuadrones de la muerte y también algunos de los dictadores latinoamericanos más sanguinarios, responsables de miles de muertes, fueron moldeados por los servicios secretos estadounidenses en dicha «escuela».

En 1993 una comisión de la ONU identificó a los oficiales
    responsables de las mayores atrocidades en El Salvador. Casi todos se formaron en la Escuela de las Américas. También pasaron por el famoso centro de entrenamiento los dirigentes de la policía secreta de Pinochet y los dictadores argentinos Roberto Viola y Leopoldo Galtieri; Manuel Noriega y Omar Torrijos, de Panamá; el peruano Juan Velasco Alvarado y el ecuatoriano Guillermo Rodríguez. Un importante agente de la CIA en Latinoamérica, Ralph W. McGehee, afirmó que la agencia entrenó, armó, financió y protegió a los escuadrones de la muerte de El Salvador, Guatemala, Nicaragua, Chile y Uruguay. GENOCIDIOS No se puede calificar de otro modo lo ocurrido en Centroamérica durante los años 70 y 80. En Nicaragua la CIA se empeñó en una guerra terrorista contra el gobierno izquierdista de Daniel Ortega.    La agencia de inteligencia organizó y financió a la «contra», un grupo guerrillero y terrorista formado por antiguos miembros de la Guardia Nacional del ex dictador nicaragüense Anastasio Somoza.

La «contra» practicaba la guerra total. Asesinaban a cualquier persona que tuviera relación con el gobierno sandinista o que simplemente simpatizase con sus principios. Como la mayor parte de sus dirigentes habían pertenecido a la Guardia Nacional de Somoza, la CIA decidió elegir como uno de los líderes guerrilleros a un hombre «limpio». El «agraciado» fue Edgar Chamorro, conocido opositor al gobierno de Ortega. Años después, Chamorro se arrepentiría de participar como peón de la CIA en esta guerra terrorista contra la población civil. En 1982 afirmó: «Los contras podían llegar a una población indefensa, reunir a todos los habitantes en la plaza del pueblo y asesinar, en presencia de todo el mundo, a aquellas personas que trabajasen para el gobierno nicaragüense, incluyendo policías, miembros de la milicia local, miembros del partido, personal sanitario, maestros, granjeros y agricultores». Estas acciones se llevaban a cabo, según Chamorro, para persuadir a quienes conservaban la vida de que se unieran a las fuerzas de la «contra». El antiguo líder de los paramilitares también aseguró que la CIA les recomendó asesinar y raptar.
     
En Guatemala, Estados Unidos apoyó de forma descarada al gobierno de Ríos Montt, bajo cuyo mandato fueron asesinados decenas de miles de civiles. Ronald Reagan defendió denodadamente a Montt. En 1982, Amnistía Internacional informó que durante las masacres el gobierno destruyó pueblos enteros, torturó y mutiló a sus pobladores y realizó ejecuciones masivas.
    
Cita el ejemplo de una localidad en la que las tropas forzaron a todos los habitantes a entrar en el juzgado, violaron a las mujeres, decapitaron a los hombres y golpearon a los niños contra las rocas de un río cercano hasta que murieron.

Por su parte, Survival Internacional, una organización dedicada a la defensa de los pueblos indígenas, recogió el testimonio de decenas de refugiados guatemaltecos huidos a México que narraron cómo se asesinó a mujeres embarazadas, ancianos y niños y se quemaron vivas a varias personas.
    
La caída del dictador nicaragüense Anastasio Somoza en el año 1979 hizo que los Estados Unidos temieran que ocurriera algo similar en El Salvador, por lo que apoyaron un golpe de estado. Amnistía Internacional recopiló algunas de las atrocidades cometidas entonces por los militares salvadoreños sobre la población civil.

La mayor de todas las matanzas de las que se tiene noticia tuvo lugar en Río Sumpul, donde miles de campesinos que huían hacia Honduras fueron atacados por el ejército y grupos paramilitares. Allí se violó y torturó, se lanzaron recién nacidos al aire para utilizarlos como blancos en prácticas de tiro, se mató a machetazos a niños, cuyos restos acabaron como comida para perros, etc
  esto es lo unico positivo que hizo le CIA, acabar con este miserable

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