Son varias las localidades cordobesas, sitas en la comarca del Valle de los Pedroches, donde tienen fama las apariciones de La Maranga, una entidad espectral que se presenta cubierta por una sotana. Un reportero de AÑO/CERO ha viajado a la zona, entrevistando a varios vecinos que se han topado con dicho «espanto», que surge de la nada y se desmaterializa ante los atónitos testigos…
A veces uno se entera de los mejores casos gracias a la «diosa casualidad». Así me ocurrió en agosto de 2011, cuando disfrutaba de unos días de descanso en Alcaracejos, en plena Comarca del Valle de los Pedroches (Córdoba). Un vecino del pueblo, conocedor de mi interés por los fenómenos paranormales, me confesó que un buen amigo suyo había tenido la oportunidad de contemplar la aparición de un ser ensotanado de aspecto fantasmal, que se desplazaba sin tocar el suelo.
Poco después, ya me encontraba frente al testigo de tan insólito hecho: el conocido escritor andaluz Alejandro López Andrada, quien no tuvo reparo en contarme su vivencia. Nacido en 1957 en Villanueva del Duque (Córdoba), localidad de la que fue nombrado Hijo Predilecto, es autor de numerosas novelas y obras poéticas. Además, posee docenas de premios literarios, como el Premio Hispanoamericano de Poesía «Rafael Alberti», y en la actualidad es miembro de la Real Academia de las Letras de Córdoba. Después de una breve conversación, quedamos en vernos más tarde, justo en el lugar donde mi informante y sus dos acompañantes –su hija y una amiga de ésta– se toparon con la aparición fantasmal el 1 de noviembre de 2002, precisamente en el Día de Todos los Santos.
Nada más estrecharnos las manos, Alejandro comenzó con el relato de los hechos: «Eran las 6:15 de la mañana, y circulaba en mi coche con mi hija Rocío y una chica irlandesa que estaba pasando unos días con nosotros. Tenía que dejarlas en la cercana población de Alcaracejos, donde debían tomar un autobús para ir a una excursión a Mérida con chavales del Instituto de Pozoblanco. Hice el stop para enfilar la carretera principal, y miré a la derecha y luego a la izquierda, en dirección al cuartel de la Guardia Civil y el colegio público. Entonces, vi una silueta oscura, bastante grande y ataviada con una sotana y un capuchón que le cubría el rostro. Parecía una especie de monje.
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