Se acerca el fin del mundo, y ello es motivo más que sobrado para que sean muchos los profetas que se lanzan a la piscina a cuerpo descubierto, asegurando que el Apocalipsis en sus múltiples facetas está dando sus primeros pasos., así que, en previsión de que para esas fechas no puedan leer estas líneas, nos adelantamos en el tiempo para analizar un fenómeno con pocas verdades, y muchas mentiras…
Si nos han visitado seres extraterrestres, ¿por qué no encontramos restos de su presencia? Ante esta gran pregunta sólo podemos especular: abundan los recuerdos de estos dioses llegados del cielo en las tradiciones distribuidas por todo el planeta y en inscripciones, como las que he podido estudiar en los templos egipcios o las grabadas en cuevas y rocas; serían recuerdos tardíos de la época prehistórica en la que habrían tenido lugar esos contactos; al marcharse esos seres no habrían dejado rastro de su tecnología; las pocas evidencias que quedaron permanecerían sepultadas en Egipto, Irak, India o el Gobi, donde apenas se ha comenzado a retirar la primera capa; si casualmente aparece alguna, se ignora o desaparece en el fondo de una estantería, porque cuando un hallazgo cuestiona radicalmente todas nuestras concepciones resulta muy molesto y pocos están dispuestos a perder su prestigio y posición profesional… Nada mejor que la amenaza del ridículo y la auto-censura basada en «lo que no puede ser» para perpetuar los poderes establecidos y la ignorancia colectiva. De igual manera, artistas anónimos han falsificado círculos de las cosechas por encargo, consiguiendo que las masas ignoren los mensajes inscritos en esas formaciones con una complejidad progresiva y apuntando hacia 2012. El enfoque catastrofista que se ha dado a esta simbólica fecha, contribuye a que la mayoría ignore las alteraciones crecientes que se suceden en todos los órdenes de la existencia. Lo único que parece preocuparnos es esta crisis económica virtual, gestada por unos pocos y con finalidades evidentes. Pero más allá, imperceptibles para las masas anestesiadas por el hedonismo y la televisión, se manifiestan multitud de signos que anuncian una inminente mutación terrestre y humana: la sucesión creciente de inclemencias meteorológicas y convulsiones telúricas; los pozos circulares y profundos que se han formado en China y Guatemala, como si la tierra se hundiese bajo nuestros pies; el cielo se cubre de cenizas que nos impiden volar... ¿Son nuevos signos en el cielo y en la Tierra que anuncian algo importante o aquí no pasa nada fuera de lo normal?… Los biólogos afirman: no hay evolución sin dificultades que impongan la necesidad de cambios a los cuales adaptarnos. La tradición hermética nos dice: sin fricción, no hay transmutación. ¿Catastrofismo? No: esperanza… El tiempo nos dirá la verdad y sin tardanza.
Si nos han visitado seres extraterrestres, ¿por qué no encontramos restos de su presencia? Ante esta gran pregunta sólo podemos especular: abundan los recuerdos de estos dioses llegados del cielo en las tradiciones distribuidas por todo el planeta y en inscripciones, como las que he podido estudiar en los templos egipcios o las grabadas en cuevas y rocas; serían recuerdos tardíos de la época prehistórica en la que habrían tenido lugar esos contactos; al marcharse esos seres no habrían dejado rastro de su tecnología; las pocas evidencias que quedaron permanecerían sepultadas en Egipto, Irak, India o el Gobi, donde apenas se ha comenzado a retirar la primera capa; si casualmente aparece alguna, se ignora o desaparece en el fondo de una estantería, porque cuando un hallazgo cuestiona radicalmente todas nuestras concepciones resulta muy molesto y pocos están dispuestos a perder su prestigio y posición profesional… Nada mejor que la amenaza del ridículo y la auto-censura basada en «lo que no puede ser» para perpetuar los poderes establecidos y la ignorancia colectiva. De igual manera, artistas anónimos han falsificado círculos de las cosechas por encargo, consiguiendo que las masas ignoren los mensajes inscritos en esas formaciones con una complejidad progresiva y apuntando hacia 2012. El enfoque catastrofista que se ha dado a esta simbólica fecha, contribuye a que la mayoría ignore las alteraciones crecientes que se suceden en todos los órdenes de la existencia. Lo único que parece preocuparnos es esta crisis económica virtual, gestada por unos pocos y con finalidades evidentes. Pero más allá, imperceptibles para las masas anestesiadas por el hedonismo y la televisión, se manifiestan multitud de signos que anuncian una inminente mutación terrestre y humana: la sucesión creciente de inclemencias meteorológicas y convulsiones telúricas; los pozos circulares y profundos que se han formado en China y Guatemala, como si la tierra se hundiese bajo nuestros pies; el cielo se cubre de cenizas que nos impiden volar... ¿Son nuevos signos en el cielo y en la Tierra que anuncian algo importante o aquí no pasa nada fuera de lo normal?… Los biólogos afirman: no hay evolución sin dificultades que impongan la necesidad de cambios a los cuales adaptarnos. La tradición hermética nos dice: sin fricción, no hay transmutación. ¿Catastrofismo? No: esperanza… El tiempo nos dirá la verdad y sin tardanza.
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