lunes, 30 de julio de 2012

la Lista de Schindler y el listo de Spielberg


Decididamente, las cosas van mal para los judíos; al menos, en lo que a su credibilidad se refiere. Su inferioridad ya se manifiesta incluso en la única cosa en que son tradicionalmente expertos: el arte del engaño. Normal. Y es que una paliza psicológica de 50 años termina cansando al más pintado, tanto al que la recibe como al que la da.

Después de 10 lustros aguantando el gemido lastimero por lo del "holocausto", a la par que observamos cómo ejercen el imperio del terror con los palestinos, los nobles Arios estamos cansados y entrando en el escepticismo. Cuando ponemos la televisión y nos encontramos con otro rollo de película sobre el holocausto, una de esas películas o "documentales" que durante medio siglo, ¡MEDIO SIGLO! llevan invadiendo nuestra pantalla tres veces por semana, sin dudarlo un segundo cambiamos de canal. Sencillamente, se prefiere más ver el concurso de la Oca o los dramas de Lobatón -y ya es decir-, porque la gente está hasta la médula de los relatos sionistas.

Yo les diría a los "señores" sionistas que cambien de técnica, que se les está viendo el plumero. Que en Occidente no existe muro de las lamentaciones. Que simplemente, al menos el español, ya no les hace ni caso. Que ya tenemos nosotros bastantes problemas como para seguir aguantando a un pueblo extranjero y llorón otro medio siglo más. ¡Ni hablar!. Señores cambien ya de rollo, que hasta para mentir hay que renovarse un poco.

Buena prueba de que todo esto es cierto, es el último cañonazo disparado por los sionistas contra nuestra atormentada paciencia. Ese cañonazo, titulado "La lista de Schindler" y capitaneado por el judío Spielberg, demuestra que es cuesta cada vez más mantener su fábula. Sí, porque recurrir al popular Spielberg es como "quemar el último cartucho".


Aún así, no les ha servido de gran cosa; casi ha servido más para lo contrario. Ciertas declaraciones de Spielberg en la prensa dan mucho que pensar; y para un ario avispado no pueden pasar por alto. Por ejemplo, todos pudimos leer en la revista española "Interviu" lo siguiente:

Cuando el periodista le preguntaba por qué todos los actores e incluso los 500 extras que trabajaban en su película eran judíos, nuestro buen Spielberg respondió tan tranquilo: "porque un judío y solamente un judío puede representar el papel de un judío". ¡Bravo!, señor Spielberg. Acaba usted de demostrarnos hasta que punto los judíos son racistas; y más aún, discriminatorios. Precisamente todo eso que ustedes achacan a los nazis y por lo que llevan 50 años llorando.

Pero es que ésto es el colmo. Personalmente, cuando leí esto me quedé impresionado. Siempre había yo pensado que el arte de un actor consistía, más o menos, en simular aquello que no hace en realidad, en aparentar lo que en su vida real no es; esto es, en representar un papel con el que puede o no puede estar identificado, y que precisamente ahí es donde radica su mérito como actor. Pero ahora, con Spielberg, los conceptos cambian. Habrán muchos actores que se vayan al paro, ya que el arte del cine ha entrado en la era "Spielbergiana", donde un actor, para representar el papel de alguien, tiene que ser ese alguien en realidad, porque si no, "no puede" representarlo. Pero, ¿qué se ha creído ese Spielberg?. Esa declaración debe ser considerada como un insulto a todos los actores, a los espectadores, y al Cine en general.

Sin embargo, recapacitando un poco, algo de razón sí que tiene. Hemos de reconocer lo difícil que es, siendo Ario, representar a un judío. Realmente, se hace tarea difícil representar el papel de un judío.

Otra declaración graciosa y delatora es la que hizo Spielberg para la publicación "Blanco y Negro", del semanario ABC, con fecha 6 de Marzo-94. En la página 26, columna 3, párrafo 3, podemos leer: "¿Por qué se rodó en blanco y negro su película?". Spielberg responde: "El blanco y negro da honestidad y realidad al filme". (¿!) De modo que necesitan darle "honestidad" y "realidad" al tema del holocausto... ¡Increíble!. Algo que se nos lleva enseñando toda la vida, ya desde el colegio, de repente necesita de "realidad" y "honestidad".

Ahora ya no hay duda, cualquier Ario empezará a pensar que "algo" pasa con esa historia del holocausto. Que ese tema apesta a mentira por todos sus poros. Efectivamente, el holocausto es una mentira gigantesca con pies de barro. Ese barro se está deshaciendo. Ya se necesita utilizar a Spielberg para poder llenar la sala de un cine donde se le lave el cerebro a la gente, porque si no, no entran, ya que el mundo está cansadísimo del holocausto.

Pero ahora, el judío Spielberg quiere ir más allá. Descubriendo tarde su error cometido en las entrevistas, y conocedor de que su "talento" se limita al ilusionismo cinematográfico (sus películas, carentes de guiones profundos, sólo son vistas por la riqueza en efectos especiales empleada), quiere realizar una rápida maniobra que le permita desmarcarse como estafador e intentar con ello consolidar la "honestidad" y »realidad" de su película holocáustica. Necesita buscar un respaldo "verídico" que elimine toda duda sobre la "verdad del holocausto" y a la vez que sea duradero.

Otros problemas mucho más acuciantes de hoy, desvían la atención del Ario, quedando el tema del holocausto como algo demasiado pasado, demasiado machacado como para seguir siendo de interés. Mientras estemos ocupados pensando en los "horrores del holocausto" y en la "injusticia nazi", no le daremos demasiada importancia al holocausto palestino y a la injusticia practicada por el pueblo de Israel. Necesitan mantener la mentira eternamente, so pena de descubrir que los alemanes les pagaron miles de millones como "indemnización" por algo que nunca cometieron; por unos exterminios que nunca practicaron y que son fruto de la invención sionista para vivir del cuento e impedir que el Nacional-Socialismo continúe demostrando a los Arios los crímenes cometidos por los sionistas.

Así, nos encontramos con el nuevo proyecto del judío Spielberg. Alejándose de su profesión de fabricante de sueños en pantalla, de su viejo "Tiburón" sintético (que nos enseñó a odiar a los tiburones y con ello a la naturaleza), de su muñeco estelar "E.T", de su "Guerra de las Galaxias" (que nos muestra el subsconciente judío, mostrándonos su ideal futurista multirracial donde viven juntos y revueltos toda clase de especies grotescas con humanos; donde éstos alternan en los bares con toda especie de mutantes, fruto de la degeneración genética, etc.), y de su mundo de los dinosaurios de cartón, ahora quiere asumir el papel de "historiador científico".

Recientes declaraciones suyas nos indican que pretende seguir bombardeándonos con su mentira hasta el futuro. En el diario "El País" del 16 de Marzo/95, dice: "Nos enfrentamos a una carrera contra el tiempo...". Como apunté antes, él sabe que el interés por el "holocausto" se extingue, y que en un futuro no demasiado lejano, en los colegios y clases de historia se estudiará los crímenes de los judíos, pues terminarán tapando "los de los nazis".

Para impedirlo y darle consistencia de "realidad" a su filme, Spielberg recurrirá (¿a quién si no?) a sus consanguíneos judíos. Según manifiesta, va a entrevistar a 150.000 judíos supuestamente "supervivientes" del holocausto. Cada entrevista durará dos horas (total-300.000 horas) tras una "sesión preparatoria". (Han de "preparase" para explicar algo que supuestamente es verdad que vivieron). Spielberg dice que «cada entrevistador tendrá que superar una "fase de formación, principalmente histórica"». O sea que se han de "preparar" tanto el entrevistador como el entrevistado. Después, toda la información será objeto de archivo multimedia, "con el fin de que cualquiera engeneraciones futuras pueda tener acceso personal desde su ordenador a los testimonios sobre la barbarie nazi, con versiones adaptadas a la edad y nivel escolar de los solicitantes".

Así pues, tenemos "holocausto" para rato, y el pobre Ario tendrá que sufrir la intromisión de la más gigantesca Mentira de este siglo, incluso en su ordenador.

Su reveladora frase (la única verdaderamente cierta): "Nos enfrentamos a una carrera contra el tiempo", indica que sus recursos se agotan. Los judíos se han debilitado sosteniendo el peso de la mentira tanto tiempo, y saben que se acerca el día de la Verdad. Su sistema no cambia, sólo la sofisticación; al final, todo queda en falsas listas. Spielberg, para no ser menos, también quiere hacer la suya, en este caso dos: la de Schindter y su lista particular. Pero muchos sabemos que le va a dar igual; él también lo sabe, porque nuestra Victoria está cerca.

Spielberg, esta vez te has pasado de listo y de "listas".

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