domingo, 1 de julio de 2012

El informe Leutcher 2....16 videos

                                                   PROLOGO
- por el Dr. Robert Faurisson-
Fred A. Leuchter es un ingeniero de 46 años residente de Boston. Es un especialista en planificación y construcción de instalaciones de ejecución para las penitenciarías norteamericanas. Una de sus particulares tareas fue la modernización de la cámara de ejecución mediante gases en la penitenciaría de Jefferson City, Missouri.
Ernst Zündel es un alemán de 50 años residente en Toronto, ciudad donde tuvo una brillante carrera como artista gráfico y publicista, hasta que fuera boicoteado debido a sus opiniones revisionistas. Desde entonces, ha dedicado casi todo su tiempo a luchar contra las mentiras del “Holocausto”. Yo le he ayudado en esta lucha, especialmente durante los dos juicios que una organización judía sostuviera en contra suya durante 1985 y 1988. El primer juicio duró siete semanas y terminó con una sentencia para Zündel a quince meses de prisión por la “publicación de noticias falsas”. Aquel veredicto fue deshechado por apelación debido a los serios errores cometidos por el Juez de la Corte de Distrito, Hugh Locke. El segundo juicio duró cuatro meses. Esta vez, Ernst Zündel fue sentenciado a nueve meses de prisión por el el Juez de la Corte de Distrito Ron Thomas. Este segundo veredicto también pudo ser apelado con éxito, basándose en las mismas premisas.

En 1988, Ernst Zündel le pidió a Fred Leuchter que visitara Polonia para examinar “las pretendidas cámaras de gas” en los campos de concentración de Auschwitz, Birkenau y Madjanek. La conclusión de aquel primer Informe Leuchter fue muy clara: en ninguno de estos campos existieron tales cámaras de gas.
En 1989, le pidió a Leuchter visitar Alemania Occidental y Austria para examinar las pretendidas “cámaras de gas” de Dachau, Mauthausen y el Castillo Hartheim. La conclusión del segundo informe, como el lector verá a continuación, es igualmente claro: nunca hubo cámara de gas homicida alguna en aquellos tres lugares.
La gente ha llamado al revisionismo “la gran aventura intelectual de fines del siglo veinte”. Esta aventura realmente comenzó poco después de la Segunda Guerra Mundial con la publicación de los trabajos de Maurice Bardeche y Paul Rassinier. Continuó en 1975 con la magistral obra, The Hoax of the Twentieth Century (“El Engaño del Siglo Veinte”) escrita por el Dr. Arthur Butz de los Estados Unidos, y en 1979 con la creación del Instituto para la Revisión Histórica en Los Angeles. Durante la década de los ochenta, particularmente gracias a las actividades de Ernst Zündel, el revisionismo se ha desarrollado tanto a nivel mundial que probablemente los futuros historiadores hablarán del revisionismo antes y después de Zündel. De alguna manera, aquellos juicios motivados por razones políticas –que son una desgracia para Canadá– probablemente cambiarán todo. Zündel prometió en 1985 que su juicio, aunque lo fuese a perder, pondría al mismo Juicio de Nuremberg en tela de juicio y que los vilipendiadores de Alemania encontrarían allí su propio “Stalingrado”. Estaba en lo correcto.
Antes de Zündel
Antes de Ernst Zündel, los acusadores de Alemania ni siquiera pensaron en probar la existencia de las “cámaras de gas”. Trataban su existencia como “probada”.
Según el exterminacionista Serge Klarsfeld:
“Está claro que durante los años posteriores a 1945 los aspectos técnicos de las cámaras de gas eran un tema renegado debido a que nadie imaginaba que algún día habría que probar su existencia”. (Le Monde Juif, enero-marzo, 1987, p. 1)
Al momento de los juicios de Nuremberg, el proceso a Eichmann en Jerusalem, y el juicio de Frankfurt, así como al momento de muchos otros infames procesos, incluyendo aquel contra Klaus Barbie en 1987, nadie trató de probar la horrible acusación que por tanto tiempo ha pesado sobre la vencida nación alemana. Aquellas parodias judiciales fueron similares a los procesos por brujería en los cuales el acusado y su abogados defensores no cuestionaban la existencia del Demonio y sus fechorías sobrenaturales. En estos modernos juicios de brujería, el cuestionar la existencia de las “cámaras de gas” y sus logros sobrenaturales, que desafían todas las leyes de la física y la química, ha sido tabú. Incluso el abogado defensor de Klaus Barbie, el francés Jacques Verges, se abstuvo de preguntar siquiera por la más mínima prueba de la existencia de las “cámaras de gas” a las cuales supuestamente Klaus Barbie habría enviado a los niños de la ciudad francesa de Izieu. www.nuevorden.net
En todos los juicios de los así llamados “crímenes de guerra” o “crímenes contra la humanidad”, todas las naciones supuestamente civilizadas han ignorado por casi medio siglo las más elementales reglas del derecho criminal.  
Para entender a lo que me refiero, tomemos el ejemplo de algún crimen cometido en Francia. Supongamos que en este caso haya un arma, un cuerpo, y un asesino (o presunto asesino). Con algunas excepciones, la corte francesa normalmente pediría informes de rutina:
1. Un estudio técnico del arma utilizada para cometer el crimen;
2. Un informe de autopsia de la víctima, que demuestre cómo y de qué manera ocurrió la muerte;
3. Un informe sobre la reconstitución o simulación del crimen en presencia del acusado en la escena del crimen;
4. Un informe sobre una visita de los jueces, el fiscal, el defendido y los abogados defensores, a la escena del crimen.
Aunque el defendido haya confesado, los jueces nunca decidirían el cese de las investigaciones; una confesión, para que tenga algún valor judicial, debe ser verificada y confirmada.
                                             Sin embargo, durante casi medio siglo nadie jamás ha cumplido con esos elementales estándares en un caso que involucra no sólo un crimen ordinario, perpetrado por una sola persona con un arma ordinaria (ya sea “instrumento contundente” o arma de fuego), sino que, en cambio, es un crimen que supuestamente no tiene precedentes, que habría sido cometido contra millones de personas, utilizando un arma extraordinaria, nunca vista anteriormente por juez alguno en toda su vida: una “super cámara de gas” para miles de víctimas, ¡un virtual matadero químico de operación masiva!
Los primeros juicios contra alemanes acusados de utilizar “cámaras de gas” o “camionetas de gas” para matar gente comenzaron en 1943 en la Unión Soviética. Éstos continúan hasta el día de hoy en Israel, Alemania Occidental y Francia, y pronto ocurrirán en Australia, Canadá y Gran Bretaña. Hoy, después de 46 años de aquellos juicios, aún no hemos tenido:
1. Ningún informe experto que llegue a la conclusión de que algún lugar concreto o alguna camioneta específica se hayan usado en gaseamientos homicidas;
2. Ningún informe de autopsias que llegue a la conclusión de que la víctima haya sido muerta por cianuro de hidrógeno, el gas venenoso que conforma la base del insecticida Zyklon B;
3. Ningún informe sobre la reconstitución de una operación de gaseamiento, usando las miles de víctimas pretendidas y los pasos supuestamente seguidos, y tomando en consideración los peligrosos químicos utilizados;
4. Ningún relato de cualquier visita a terreno para examinar algún lugar o camioneta sospechosos de haber sido utilizados en gaseamientos homicidas, usando las técnicas de investigación forenses de la criminología moderna.
En el transcurso del juicio concerniente al campo de Struthof-Natzweiler, en Alsacia, un experto estudio de la “cámara de gas” y de los “cuerpos gaseados” (mantenidos en el hospital civil de Estrasburgo) fueron de hecho llevados a cabo, pero en cada caso, el Profesor René Fabre, toxicólogo, llegó a la conclusión de que ninguno había sido gaseado. En cuanto a Dachau, hubo a su vez una especie de informe experto realizado por el Capitán Fribourg, del ejército francés, pero cuando el informe llegó a la conclusión de que era necesario examinar la habitación llamada provisoriamente “la cámara de gas”, ningún examen de esta índole fue llevado a cabo.
La corte sí realizó algunas visitas a los lugares durante algunos de estos juicios, de manera notable en el juicio de Frankfurt (1963-65). Lo escandaloso fue que sólo partes del campo de Auschwitz fueron vistas por la entonces comitiva oficial de visita, pero no las supuestas “cámaras de gas”, a pesar del hecho de que estuvieran allí, ya fuera en su condición original (como afirman hasta hoy los oficiales comunistas polacos y las publicaciones) o en ruinas a partir de las cuales mucho podría ser determinado (ver The Auschwitz Myth, Wilhelm Stäglich, Institute for Historical Review, 1986).
Una recreación, que es por definición un simulacro, hubiese sido fácil de realizar en Birkenau. Inmediatamente hubiera puesto en evidencia la estupidez de las acusaciones de gaseamientos. A veces, documentales dramáticos de tipo hollywoodense son filmados en Birkenau por cineastas que afirman remontarse a la llegada de los convoyes de judíos a la rampa del mismo Birkenau, cerca de los edificios crematorios que supuestamente contendrían (a) una habitación en donde las víctimas se debían desvestir; (b) una cámara de gas homicida; (c) una habitación con cinco hornos crematorios de tres espacios cada uno. Se nos ha dicho que cada grupo de víctimas constaba de alrededor de 2,000 personas y que muchos de estos grupos eran incinerados a diario en cada crematorio. Podemos ver que por el tamaño de las construcciones y la disposición del área circundante, cualquier recreación inmediatamente daría como resultado fantásticos atochamientos por exceso de gente. La obstrucción de los crematorios sería espectacular. ¡Las pilas de cuerpos podridos y en descomposición estarían por todo el lugar! Asumiendo que la incineración de un cuerpo demora una hora y media —el tiempo promedio en la industria funeraria— sucede que una vez pasada aquella hora y media nos encontraríamos con los mismos 2,000 cuerpos originales menos los 15 que habrían sido cremados, ¡dejando aún 1,985 cuerpos sin un lugar dónde poderlos ubicar antes de ser incinerados! La “maquinaria de muerte” colapsaría en el primer gaseamiento. El incinerar 2,000 cuerpos tomaría ocho días y ocho noches, asumiendo una operación continua de los crematorios. Sin embargo, y de acuerdo con los expertos en cremación y los manuales de operación de crematorios, ningún crematorio puede funcionar de forma continua, noche y día, de aquella manera.
         Hablemos de quienes atestiguaron en estos modernos juicios de brujas. En todos aquellos interrogatorios se han presentado personas ofreciéndose como testigos vivientes del “Holocausto” y de las “cámaras de gas”. ¿Cómo fue que, según sus propios relatos, escaparon de las cámaras de gas? Sus respuestas fueron muy simples: cada uno había sido el beneficiario de un milagro. A medida de que cada sobreviviente pasaba por uno y otro de los supuestos “campos de muerte”, éste consideraba que su vida era una serie de milagros. Los miembros de los “Sonderkommandos” rompen todos los récords. De acuerdo a sus relatos, los alemanes usualmente también los gaseaban cada tres meses, lo que significa que dos años en Auschwitz y Birkenau implicaría un total de siete u ocho milagros consecutivos para aquellos campeones. Sólo en raras ocasiones los jueces o abogados de aquellos juicios osaron traicionar su sorpresa ante tantos milagros y tanta gente salvada por los mismos. El campeón olímpico de los sobrevivientes a las cámaras de gas, Filip Müller, el inmortal autor de Eyewitness Auschwitz: Three Years in the Gas Chambers, tuvo algunos problemas con esta pregunta en el juicio de Frankfurt, pero encontró la respuesta perfecta: explicó con desdén que las historias sobre la eliminación regular del “Sonderkommando” era una mera leyenda. Es perturbador que jueces, historiadores y el público general se dejen engatusar hasta tal punto por estos supuestos testigos del “Holocausto”. Para Simone Veil, antigua ministra francesa y cabeza del Parlamento Europeo, el ofrecerse ella misma como testigo, y como prueba viviente, de la exterminación de los judíos en Auschwitz, es la epítome de la impertinencia. Si ella es la prueba viviente de algo, es de que los alemanes no exterminaron a los judíos en Auschwitz. Veil, su madre y una de sus hermanas estuvieron siempre juntas: en Drancy (un campo de tránsito francés), en Auschwitz, en Bobrek (un subcampo de Auschwitz), y en Bergen-Belsen. Fue en este último campo donde contrageron tifus, considerada habitualmente una enfermedad mortal en aquel momento de la historia. La madre de Veil murió allí. Al igual que sus dos hijas, ella también sobrevivió a Auschwitz. Otra de sus hijas sobrevivió a Ravensbrück.

Con la llegada de Ernst Zündel, el velo de tal truculencia fue rasgado. Este hombre tuvo la valentía de no dejarse intimidar. Mostró que el emperador en realidad no llevaba vestiduras. Confundió a los rufianes con su enfoque directo y sin pelos en la lengua. Como consecuencia, los expertos en procesos y los testigos sufrieron una severa derrota durante su juicio. Y Ernst Zündel, moviéndose en contraofensiva, dio una lección magistral a historiadores y jueces. Les mostró lo que ellos debieron haber hecho todo el tiempo. Los historiadores y los jueces debieron, en cierto sentido, haber comenzado por el principio, cosa que, como todos sabemos, es a veces muy difícil de hacer. Más que nada tratando de establecer qué había ocurrido físicamente, Ernst Zündel costeó de su propio bolsillo el viaje a Polonia de un estadounidense experto en cámaras de ejecución mediante gas, junto a su equipo. Este experto, Fred Leuchter, tomó muestras del terreno, los muros, y los pisos de las supuestas cámaras de gas y las hizo analizar por un laboratorio americano. uno de los principales resultados del primer Informe Leuchter fue simplemente dejar muy en claro un hecho sencillo: que ningún estudio forense experto había sido previamente realizado acerca del “arma” utilizada para efectuar el crimen del “Holocausto”. Desde que su informe fuera hecho público en abril de 1988, Leuchter no ha encontrado siquiera a una persona, incluyendo a aquellos que han manifestado su ira hacia sus descubrimientos, que pudiera refutar su informe mediante alguna otra investigación previa (no me refiero aquí, por supuesto, a los informes expertos encargados por el Magistrado Jan Sehn de Polonia, informes que no tienen nada que ver con el tema). En cuanto a quienes critican algunas partes del Informe Leuchter, les invito a hacer su propia investigación y obtener sus propios informes de laboratorio.
Aún queda una solución esbozada por el mismo Fred Leuchter en un artículo entregado en Los Angeles en febrero de 1989, durante la Novena Convención Internacional del Institute for Historical Review: el establecimiento de un comité internacional de expertos en el problema de las cámaras de gas. Ya en 1982, el historiador francés Henri Amouzoux, con quien había yo discutido mi investigación, me confió que esperaba una solución de esta índole. Me contó en muchas palabras que lo que deseaba era una comisión “internacional”, definitivamente no una comisión “nacional”, ya que los franceses parecen incapaces de cualquier objetividad frente a la cuestión de las cámaras de gas.
Es muy posible que el primer Informe Leuchter permanezca por mucho tiempo como la primera y última palabra acerca de las cámaras de gas en Auschwitz, Birkenau y Majdanek. Como esfuerzo pionero, ha abierto un campo de investigación particularmente fértil para que otros lo puedan seguir y expandir.
El Segundo Informe Leuchter
El Segundo Informe Leuchter es también un trabajo pionero, esta vez sobre la cuestión de las supuestas cámaras de gas en Dachau, Mauthausen y Hartheim.
No acompañé a Leuchter y a su equipo a Auschwitz, Birkenau o Majdanek, pero había pensado desde 1977 que las cámaras de gas norteamericanas que funcionaban con gas de cianuro debían ser estudiadas para saber lo absurdo de las supuestas cámaras de gas alemanas que, se decía, utilizaban Zyklon B, un insecticida cuya base es hidrógeno de cianuro. Esperaba, realmente sin creer en ello, que algún día un experto en las cámaras de gas norteamericanas visitara Auschwitz y realizara el tipo de estudio físico y químico que debió haber sido realizado para cualquier consulta histórica o judicial honesta.
En 1979, mientras ocurría la primera convención internacional del Institute for Historical Review, yo mismo le mencioné la idea a varias personas, especialmente a Ernst Zündel. En los años que siguieron, abandoné toda esperanza. Debo decir que incluso entre algunos revisionistas no encontré demasiado interés en mi idea. Quizás parecía demasiado atrevida o poco realista, pero Ernst Zündel no abandonó ni aquella idea, ni la esperanza de tener éxito. En el prefacio del primer Informe Leuchter, relaté cómo gracias a Ernst Zündel y a la abogada canadiense Barbara Kulaska tuve la posibilidad de encontrarme con Fred Leuchter en Boston, y cómo la expedición a Polonia fue organizada. www.nuevorden.net
Fui parte del equipo de Leuchter para la expedición hacia Alemania Occidental y Austria. En el informe que están a punto de leer, Fed Leuchter nos da toda la información de importancia sobre los miembros de aquel equipo y acerca de la naturaleza y los resultados de su misión.
-Dachau-

Desde 1945 hasta 1960, la propaganda Aliada y sus cortes nos dijeron que en Dachau, Mauthausen y Hartheim se habían utilizado cámaras de gas homicidas. Aparentemente, no faltaban evidencias que probaran aquel hecho. Se hacía especial énfasis sobre la “cámara de gas” de Dachau y sus víctimas. La propaganda norteamericana era tan abundante que, si hoy en día existe algún país en el mundo donde los “gaseamientos” en Dachau son considerados tan reales como la existencia de las pirámides de Egipto, es en Estados Unidos.
Uno de los días decisivos en el juicio-show de Nuremberg fue aquél en que la fiscalía exhibió una película sobre los campos de concentración alemanes. El mayor horror sobrevino al mostrar las tomas de la “cámara de gas” en Dachau. El narrador explicaba el funcionamiento de la maquinaria que supuestamente gaseaba “probablemente a un centenar de hombres a la vez”. No podemos dejar de enfatizar cuánto fue lo que aquel segmento -6,000 pies de película seleccionados de entre los 80,000 pies que habían sido filmados- cautivó e infuenció la imaginación de las personas, incluyendo a la mayoría de los defendidos alemanes. Es muy posible que los dos eventos que más ayudaron a agitar la opinión pública contra los derrotados alemanes fueran, primero, la exhibición de aquella película, y segundo, la especie de confesión pública hecha ante el tribunal por Rudolf Höss, “el Comandante de Auschwitz”. Hoy sabemos que esta confesión fue “dictada”. La substancia de aquella fue inventada por la imaginación enferma de uno de los hombres que torturaron a Höss tras su captura, un judío británico
Pero la historia de los “gaseamientos” en Dachau también fue inventada de la nada. Tuvimos que esperar hasta 1960 para que los embusteros lo admitieran. El 19 de agosto de 1960, en Die Zeit, el notorio Martin Broszat admitió que nunca habían habido gaseamientos homicidas en Dachau. Dos años antes, aquel mismo historiador, para su eterna vergüenza, había publicado la “confesión” de Rudolf Höss, supuestamente escrita en prisión después de que Höss había sido entregado por los ingleses a los comunistas polacos. Al hacerlo, la había presentado como genuina y confiable, aunque estas “confesiones” eran esencialmente las mismas confesiones obtenidas por los ingleses, y no eran más que una reorganizada y expandida versión de las invenciones de los británicos, ¡con un poco más de aliño polaco! (En 1972, Martin Broszat se convirtió en director del Instituto de Historia Contemporánea de Munich, un instituto de propaganda semi-oficial del estado alemán occidental).
Hoy, cada uno de aquellos que visitan la “cámara de gas” en Dachau puede leer, sobre un panel móvil, la siguiente declaración escrita en cinco idiomas: “CAMARA DE GAS – disfrazada como “cuarto de duchas” – nunca fue utilizada como cámara de gas.” Debido a que el panel es móvil, los realizadores de películas que sensacionalizan la maldad, al igual que otros mentirosos profesionales, pueden correrlo fuera de vista y filmar o fotografiar este cuarto desde todos los ángulos, manteniendo insistentemente que fue una cámara de gas verdaderamente utilizada para gasear prisioneros.Me asombra el cinismo de los oficiales del Museo de Dachau y la ingenuidad de los visitantes del museo. Las palabras sobre el panel realmente no significan nada. En 1980, en mi Mémoire en defense contre ceux qui máccusent de falsifier l´histoire (1980, p. 197-222), creo haber ilustrado este punto. Relaté cómo había puesto en aprietos a Barbara Distel, la Directora del Museo, y al difunto Dr. Guerisse, entonces Presidente del Comité Internacional de Dachau, cuyas oficinas centrales están en Bruselas, al preguntarles por qué llamaban a esta pieza “cámara de gas”. Cuando la gente le preguntaba a aquellos dos cómo fue que los alemanes no encontraron el tiempo suficiente para terminar esa pequeña cámara de gas que comenzaran en 1942, decían que los prisioneros utilizados en su construcción o la saboteaban, o se rehusaban a trabajar en ella. Pero, ¿cómo podían aquellos prisioneros, quienes nunca en sus vidas pudieron haber visto algo que no existía en ningún lugar del mundo (una cámara de gas para 100 personas a la vez), cómo podían ellos saber, al momento que comenzaban a trabajar, que una vez que la cámara estuviese lista, habrían construido una cámara de gas homicida? ¿Tenemos aquí otro milagro más, uno de adivinación interpersonal y telepatía mental? ¿Acaso los detalles sucesivos del trabajo de los prisioneros fueron transmitidos durante tres años? ¿Les dieron los alemanes una misión ultrasecreta, sin estar preocupados de terminar este instrumento de asesinato, si la matanza de internos era una política alemana para la “Solución Final”? Más aún, ¿cómo sabían Barbara Distel y el Dr. Guerisse que este cuarto era una cámara de gas inconclusa? ¿Pueden explicarnos qué más necesita esta pequeña cámara de gas “inconclusa” para poder ser completada? ¿Dónde obtuvieron su información técnica? ¿Poseen planos para la construcción de “cámaras de gas” entre sus archivos? ¿Habrán visto ya alguna cámara de gas “completa”? ¿Dónde y cuándo?
En el momento de nuestra visita a Dachau, el 9 de abril de 1989, Fred Leuchter, Mark Weber y yo fuimos filmados en vídeo por el camarógrafo Eugen Ernst, primero en la cámara de gas, y posteriormente, después de abandonarla, en una especie de plaza de armas en el exterior. Fue sobre aquella plaza de armas que decidimos grabar nuestros comentarios acerca de nuestra visita. Los turistas que recién habían visitado el cuarto nos vieron ya algunos se detuvieron a escucharnos. Fred Leuchter pudo hacer su informe en paz, excepto por un incidente no muy grave provocado por un turista que de modo agresivo me preguntó si acaso poníamos en duda la veracidad de la “cámara de gas”. Evadí la pregunta y se fue. Cuando fue el momento de que Mark Weber y yo comentáramos en cámara nuestra visita, los turistas se empezaron a juntar en números bastante grandes. Algunos mostraban un poco de nerviosismo. Pudimos haber interrumpido nuestro informe y haberlo continuado en algún otro lugar del campo, pero decidí permanecer donde estábamos y tratar de aprovechar la situación. Después de todo, teníamos delante de nosotros el mejor auditorio posible: todos ellos acababan de “ver una cámara de gas” y más tarde probablemente le dirían a sus amistades: “Nadie puede negar la existencia de las cámaras de gas. Yo mismo he visto una en Dachau.” Entonces procedí a entablar un improvisado debate con los visitantes. Señalé que no habían visitado una cámara de gas en absoluto, sino simplemente un cuarto el cual la Sra. Distel, directora del Museo, había designado como tal. Al hacer esto, ella había hecho una seria acusación para la cual no presentaba prueba alguna (las pocas fotos y documentos que colgaban en una pieza contigua a la pretendida cámara de gas no probaban nada en absoluto). Pero, ¿quién se atrevería a pedirle alguna prueba? Nadie, aparentemente. Previne a aquellos turistas de no sentirse tentados de ir y relatar a su círculo familiar que habían visto una cámara de gas en Dachau. En realidad, no habían visto nada parecido. En medio de mi presentación les hice saber que en lo que nos concierne a nosotros como revisionistas, no habían existido tales cámaras de gas homicidas en ninguna parte, incluyendo Auschwitz, ni habría habido política alemana alguna para exterminar a los judíos.
El hecho completo empezó a parecer como una especie de “acontecimiento”. Algunos visitantes reaccionaron de manera furiosa, otros concordaban con nosotros. Todos ellos parecían o indignados, o interesados. Un joven alemán pensaba que yo merecía ser arrojado en prisión por aquellos planteamientos. Aquellos más hostiles escapaban de la manera habital “Cámaras de gas o no, da lo mismo”. Este es un argumento el cual yo, como francés, particularmente disfruté, puesto que en Francia Jean-Marie Le Pen había sido severamente condenado por los tribunales, en respuesta a quejas de parte de grupos judíos, por haber dicho exactamente la misma cosa.
La mágica “cámara de gas” es la columna central de la religión del “Holocausto”. No son los revisionistas sino más bien los adherentes a esta religión quienes hacen todo el alboroto sobre de las cámaras de gas. Consecuentemente, debemos pedirles alguna explicación por su apego a la cámara de gas. Por supuesto, deben aferrarse a ésta, puesto que sin un medio de destrucción específico, se vuelve imposible el probar la existencia de una destrucción sistemática y específica de los judíos. Sin la cámara de gas, no hay genocidio. Y, sin genocidio, la historia de la comunidad judía se asemeja al sufrimiento de todas las demás comunidades humanas acaecidas durante la Segunda Guerra Mundial.
Eugen Ernst pudo grabar gran parte de este acontecimiento, el cual me permitió dar mi primera presentación pública en Alemania sobre el tabú de las “cámaras de gas” y el pretendido “genocidio”, justo al frente de la falsa cámara de gas de Dachau, uno de los lugares más importantes utilizados por quienes proponen la Gran Mentira del Holocausto.
-Mauthausen-
La minúscula cámara de gas de Mauthausen nunca ha sido defendida por muchos de los fieles del Holocausto. Es indefendible. En casi medio siglo sólo dos personas han tratado de hacernos creer en su veracidad: Hans Marsalek de Austria y Pierre-Serge Choumoff de Francia. En sus varias publicaciones astutamente se abstienen de mostrar una foto real del interior de la habitación. La razón es simple: el cuarto se ve como nada más que un simple cuarto de duchas y no se puede ver nada que haga pensar que era una cámara de gas homicida con toda la maquinaria que, de haber sido así, ¡sería indispensable, y por lo mismo, debiera permanecer allí! Marsalek y Choumoff por lo general no muestran nada de ésta en absoluto; en rara ocasión muestran una foto exterior de una de sus dos puertas (dos puertas para una cámara de gas, un hecho que definitivamente doblaría los problemas para mantener la cámara hermética), o a veces permitirán al lector ver vagamente una pequeña parte del interior.
Al momento de mi primera visita a Mauthausen en 1978, pregunté a dos oficiales del museo, particularmente al director, un antiguo recluso español, por qué de entre todas las postales del campo que se encontraban en venta para los turistas no había una sola que mostrara la pretendida cámara de gas. La réplica fue “¡Eso sería muy cruel!” Esta es una respuesta un tanto sorprendente cuando se tiene en mente que todos esos museos de campos de concentración, incluyendo el de Mauthausen, nos recuerdan las “cámaras de horror” que pueden ser vistas en parques de diversión y exhibiciones, y cuando uno se da cuenta que esta especie de “anti-nazismo de tienda pornográfica” es una de las mercancías más florecientes del “shoah-business”.
Durante nuestra inspección de Mauthausen el 10 de abril de 1989, ocurrió un incidente que involucró a las autoridades del campo. Visitamos el lugar a tempranas horas de la mañana para permitirle a Fred Leuchter tomar muestras sin demasiados riesgos. Apenas hubo terminado su tarea (la que generó gran cantidad de ruido) un grupo de visitantes comenzaron a recorrer la “cámara de gas”. Eran en su mayoría niños provenientes de escuelas donde son adoctrinados sistemáticamente para sentir vergüenza y odio por lo que las anteriores generaciones de alemanes y austriacos supuestamente habrían hecho durante la guerra (Austria es el lugar de residencia elegido por el más bien odioso Simon Wiesenthal). Los guías, fueran oficiales del museo o maestros, hablaban largamente acerca de cómo funcionaba, dando las habituales y típicas explicaciones encontradas en la “literatura del Holocausto” popular que se contradecía en muchos puntos.
Sin advertencia alguna, Mark Weber y yo, bajo el observante ojo de la cámara encendida de Eugen Ernst, comenzamos a formular preguntas al guía de turistas del museo que parecía ser el de mayor rango en la escena. Después de haber estado muy seguro de sí mismo en un comienzo, el pobre hombre, bombardeado de preguntas, finalmente tuvo que admitir que nadie sabía mucho acerca de cómo aquella “cámara de gas” habría funcionado. Parecía que a través de los años la historia había adquirido formas extremadamente variadas. Le habían dado a los visitantes tres consecutivas versiones contradictorias sobre el proceso de gaseamiento:
Versión No.1:
El gas emanaba del techo a través de los cabezales de las duchas (aún existentes): Aquella versión, nos dijo el oficial, fue desechada cuando la gente notó que, considerando lo bajo del techo, las víctimas simplemente pudieron haber puesto sus manos sobre los cabezales para bloquearlos y prevenir la propagación del gas;
Versión No.2:
El gas emanaba del techo y era ventilado al momento de la extracción del aire a través de una especie de abertura de chimenea, aún existente, ubicada en el lado oeste. El oficial no fue capaz de decirnos por qué aquella versión de la historia también había sido desechada;
Versión No.3:
El gas emanaba a través de una delgada cañería perforada, ubicada sobre la muralla este, a unos 80 centímetros del suelo. Es decir, provenía de una parte de la habitación diametralmente opuesta a aquella donde habría estado en la Versión No.2. Ya no existe ningún indicio de aquella cañería, o ni siquiera de la abertura a través de la cual supuestamente venía desde la habitación contigua donde el gas era generado. Este cuarto adyacente, sin embargo, estaba completamente vacío y no contenía nada que diera pista alguna sobre su posible utilización.
Todo aquello ya era preocupante, pero quizás lo más perturbador era que la explicación completa grabada sobre una placa de metal dentro de la cámara de gas era aquella de la Versión No.2. Le mencioné esto al oficial, quien explicó que el texto de la placa era un error, que el procedimiento allí explicado ya no era el correcto. Observé que la Versión No.3, aquella considerada actualmante como auténtica, tenía el problema de ser en extremo improbable físicamente. Ya que estaba ubicada a 80 centímetros del suelo, esta cañería perforada, aún si hubiese estado parcialmente empotrada a la muralla para resistir la presión de los cuerpos allí dentro, hubiera sido bloqueada por los cuerpos de las víctimas aglomeradas dentro de la cámara de gas. ¿Cómo se hubiese esparcido el gas de manera normal en la “cámara de gas” para poder dar muerte a todas las víctimas a través de la totalidad de la habitación? El oficial dijo finalmente que él no era un científico y que su explicación era aquella dada en el libro escrito por… Hans Marsalek.
Pocos minutos después de que el guía del tour del museo se había marchado, dos oficiales de policía (¿?) aparecieron, ordenándonos detener toda filmación. Nos informaron que podíamos fotografiar todo Mauthausen excepto… ¡la “cámara de gas” y el horno crematorio! Sin embargo, no había ningún anuncio que dijera esto a los turistas. En cualquier caso, miles de visitantes fotografiaron aquellos dos lugares sin ninguna advertencia por parte de las autoridades del campo.
En Mauthausen tuve la sensación de que las autoridades del campo vivían en una especie de pánico. Parecían estar obsesionados por el progreso del revisionismo en Austria y por el trabajo revisionista de gente como Emil Lachout, Gerd Honsik y Walter Ochensberger. (Dicho sea de paso, me gustaría rendir homenaje a la memoria de otro austriaco, Franz Scheidl. Durante los años 60, él mismo publicó y costeó una serie completa de estudios bajo el título general de Geschichte der Verfemung Deutschlands ["Historia de la Difamación de Alemania"]. Ha permanecido largamente desconocido, incluso para muchos revisionistas).
-El Castillo Hartheim-
El Castillo Hartheim puede divisarse a gran distancia, debido a que se encuentra erigido en medio de un llano. Como área que supuestamente sirvió de escenario para el más secreto de los crímenes, ocultarlo se hace realmente imposible. Aquel castillo fue, antes y después de la guerra, una especie de asilo, lo que continua hasta nuestros días. Contiene una pequeña habitación de aspecto inofensivo, la cual le hace a uno preguntarse por qué los practicantes de la Gran Mentira decidieron llamarla “cámara de gas homicida”. Es una de las invenciones más insultantes e incomprensibles de la religión del “Holocausto”. Hoy puedo visualizar solamente un uso para ella: a quienes se mofan de las supersticiones religiosas del pasado como si nuestra época fuese más iluminada e inteligente que las de siglos más distantes, gustoso les diría: “Vayan a visitar la cámara de gas en el Castillo Hartheim y luego vengan a decirme si no se sienten humillados por haber sido tratados como imbéciles por la gente que se atreve a decir que fue alguna vez una cámara de gas”. No conozco publicación alguna que reproduzca una foto de aquella minúscula “cámara de gas”. Fue identificada como tal por Hans Marsalek, en la versión inglesa de la confesión que supuestamente obtuviera de Franz Ziereis, Comandante de Mauthausen, en relación a: “grandes instalaciones de gaseamiento donde, según cálculos de Ziereis, entre 1 y 1,5 millones de personas fueron muertas”.
La Intifada Revisionista
La actual confusión de los defensores del “Holocausto” ha tenido algunos efectos curiosos. Hasta el final de los años 70, creían que para Auschwitz, Birkenau y otros campos ubicados en Polonia poseían pruebas sólidas sobre la existencia de las cámaras de gas y, por consecuencia, del genocidio de los judíos. Hasta aquel entonces llegaron incluso a decir que habían algunas exageraciones y que los campos ubicados fuera de la actual Polonia probable o ciertamente no contaban con ninguna cámara de gas.
Al comienzo de los años 80, a causa de los escritos revisionistas, las cámaras de gas en Polonia y particularmente aquellas en Auschwitz y Birkenau parecían ser cada vez más dudosas. Esto produjo entonces una reacción motivada por el miedo. En un movimiento comparable con aquellos fundamentalismos religiosos o políticos, los exterminacionistas llamaron a volver a la fe y a las doctrinas originales. “Reestablecieron” las cámaras de gas que habían sido abandonadas. Se propusieron reafirmar que realmente sí hubo cámaras de gas en Mauthausen, Sachsenhausen, Ravensbrück, Neuengamme, Struthof-Natzweiler, y quizás también en Dachau. Aquí me refiero al libro de Adalbert Rückerl, Hermann Langbein, Eugen Kogon y otros 21 escritores: NS-Massentötungen durch Giftgas, (Fischer Verlag, 1983).
En lo que respecta a Mauthausen, algunas personas, incluyendo a Claude Lanzmann y Yehuda Bauer, llegaron al punto de retractarse de su relato. En 1982, Bauer escribió claramente que “ningún gaseamiento se llevó a cabo en Mauthausen”. Lanzmann fue igual de claro. En 1986, durante un amargo debate sobre el asunto Roques en Europa 1 (una cadena de radio francesa), corrigió al miembro del gabinete Michel Noir, quien había mencionado la cámara de gas de Mauthausen. Lanzmann contradijo firmemente al Ministro en este punto: nunca habría existido una cámara de gas en aquel campo. Pero todo ello no impidió a este par de personajes declarar pocos años después que en realidad sí habría habido una cámara de gas en Mauthausen (para la retractación de Bauer, ver páginas 33-34 del absurdo libro publicado en Viena en 1989, por el Dokumentations-archiv des österreichischen Widerstandes bajo el título Das Lachout – “Dokument”, Anatomie einer Falschung. En lo concerniente a la retractación de Lanzmann, leer su carta publicada en Le Monde Juif, julio-septiembre de 1986, p. 97). Todas esas contradicciones y súbitos cambios de dirección y explicaciones constantemente alteradas suman una prueba más al hecho de que la “cámara de gas” y el “genocidio” no son nada más que un mito. Un mito que constantemente muta bajo la influencia de las opiniones dominantes y de las necesidades del momento.
Los exterminacionistas de hoy tienen sólo dos refugios restantes, dos puntos donde esperan ser capaces de anclar su fe: el “camión de gas” y “Treblinka”. Referente al primer punto, les puedo decir que el francés Pierre Marais pronto publicará un estudio titulado Le Mythe des camions a gaz (El Mito de los Camiones de Gas). Sobre el segundo punto, puedo contarles que perderán “Treblinka” de la misma manera en que perdieron “Auschwitz”.
Los promotores del “Holocausto”, en un futuro predecible, conservarán su dinero, su poder, su capacidad para producir películas, para realizar ceremonias, para construir museos, pero aquellas películas y ceremonias y museos cada vez estarán más desprovistos de significado. Aún serán capaces de encontrar más y más formas de reprimir a los revisionistas a través de ataques físicos, campañas de prensa, pasar leyes especiales, e incluso el asesinato. Cincuenta años después de la guerra continuarán persiguiendo todos aquellos a quienes llaman “criminales de guerra” mediante juicios fraudulentos. Los revisionistas les responderán con estudios históricos y forenses, con libros eruditos y técnicos. Aquellos libros y estudios serán nuestras piedras, en esta, nuestra Intifada intelectual.
Los judíos tendrán que elegir una opción: o seguir el ejemplo de aquellos pocos entre ellos que han sido lo suficientemente valientes y honrados como para denunciar la Gran Mentira, o pueden apoyar las melodramáticas actividades de gente como Elie Wiesel y Samuel Pisar y las vergonzosas cacerías de brujas llevadas a cabo por gente como Simon Wiesenthal y el O.S.I. en los Estados Unidos.
Agosto de 1989
EL SEGUNDO INFORME LEUCHTER
Introducción
En marzo de 1989 fui encomendado por el Sr. Ernst Zündel de Toronto, Canadá, para investigar tres (3) supuestas cámaras de ejecución a gas y crematorios en Alemania y Austria. Estas locaciones, supuestamente operadas por los alemanes durante la Segunda Guerra Mundial, eran Dachau, en Alemania, y Mauthausen y el Castillo Hartheim, ambas cerca de Linz, Austria.
Los hallazgos de estas investigaciones y análisis forenses en Dachau, Mauthausen y Hartheim trajeron como resultado un informe ingenieril y un estudio forense sobre la eficacia de las instalaciones antes mencionadas para funcionar como cámaras de ejecución a gas. Aunque muchos historiadores establecidos parezcan aceptar ahora que estas instalaciones nunca funcionaron como cámaras de ejecución a gas, el Sr. Zündel quiso disipar cualquier duda posterior y probar científicamente, más allá de toda interrogante, si estas instalaciones fueron o no usadas, y si realmente era factible el que hubiesen sido utilizadas como instalaciones de ejecución a gas. Como resultado de la dirección del Sr. Zündel, me hice cargo de la investigación y evaluación científicas. El día domingo 9 de abril de 1989 llegué a Dachau con el siguiente equipo: Carolyn Leuchter como secretaria/técnico; el Dr. Robert Faurisson, consejero y consultor; Mark Weber, historiador y autor de historia europea contemporánea; Tijuda Rudolf, intérprete; Steven Devine, técnico; Eugene Ernst, camarógrafo; y Kenneth Ernst, camarógrafo asistente. Al día siguiente, el lunes 10 de abril, inspeccionamos Mauthausen y el Castillo Hartheim, cerca de Linz, Austria. Este informe y mis hallazgos son el resultado de estas investigaciones llevadas a cabo en Dachau, Mauthausen y Hartheim.
Propósito
El propósito de este informe, y de las investigaciones que lo anteceden, es el determinar si es que las supuestas cámaras de gas en tres (3) locaciones específicas, una (1) en Alemania y dos (2) en Austria, específicamente, Dachau, Mauthausen y el Castillo Hartheim, respectivamente, pudieron haber operado de cualquier modo resultando en ejecuciones a gas singulares o múltiples. Aunque conscientes del hecho que muchos historiadores establecidos ahora parecen concordar en que ninguna de estas instalaciones funcionó jamás como una instalación de ejecución a gas, el autor también está consciente de que inmediatamente después de la captura americana de estas locaciones durante la Segunda Guerra Mundial, una función de ejecución a gas masiva le fue adscrita a estas instalaciones, una aseveración que fue ampliamente publicada en los medios masivos internacionales de la época. Es para eliminar cualquier duda o inquietud posterior que esta investigación se llevó a cabo y este informe fue escrito.
Este propósito incluye la investigación y la inspección in situ de las instalaciones físicas, del diseño de estas instalaciones y una descripcción de los supuestos procedimientos de gaseo utilizados en las supuestas ejecuciones. El propósito también incluye estimaciones acerca del máximo número de reclusos (personas) que pudieron haber cabido de manera posible dentro de estas supuestas cámaras de gas y los tiempos de ventilación estimados. Este propósito no incluye la determinación de ningún número de personas muertas o que murieron por medios distintos a los del gaseamiento, o de si tal “Holocausto” efectivamente ocurrió. Más aún, tampoco es la intención de su autor la redefinición del “Holocausto” en términos históricos, sino simplemente el proveer evidencia científica e información obtenida en los sitios mismos y entregar una opinión basada en todos los datos científicos, ingenieriles y cuantitativos disponibles para el propósito y la utilización de las supuestas cámaras de ejecución a gas y de las instalaciones crematorias en las locaciones investigadas.
Antecedentes
El investigador principal y autor de este informe es un ingeniero, especialista en el diseño y la fabricación de instalaciones de ejecución, quien ha trabajado específicamente diseñando instalaciones en los Estados Unidos para ser utilizadas en la ejecución de personas condenadas por medio del gas hidrógeno de cianuro (gas “Zyklon B”).
El investigador ha inspeccionado las supuestas cámaras de ejecución a gas en Polonia, siendo el autor de un informe sobre estas instalaciones: An Engineering Report on the Alleged Execution Gas Chambers at Auschwitz, Birkenau and Majdanek, Poland (1988, Samisdat Publishers Ltd.). El autor ha sido reconocido por una Corte canadiense como experto en tecnología de cámaras de gas, testificando la no existencia de instalaciones de ejecución a gas en dichos lugares.
El investigador ha inspeccionado las instalaciones en Dachau, en Alemania, y en Mauthausen y el Castillo Hartheim, en Austria, tomando medidas y muestras forenses. Más aún, adquirió los folletos impresos oficiales, publicados y ofrecidos en venta por los tres (3) museos de aquellos lugares, revisando esta literatura. También revisó la literatura sobre los procesos de desparasitación mediante cianuro de hidrógeno (“Zyklon B”).
Metodología
Los procedimientos involucrados en el estudio y el análisis forense que resultaron en este reporte fueron los siguientes:
1. Un estudio de antecedentes general sobre el material disponible.
2. Una inspección in situ y un examen forense de las instalaciones en cuestión, las que incluyeron la toma de datos físicos (medidas e información de construcción), y una considerada extracción de muestras físicas (baldosas y mortero) los cuales fueron enviados a los Estados Unidos para un análisis químico.
3. Una consideración de información logística grabada y visual (in situ).
4. Información adquirida en el estudio previo sobre las supuestas cámaras de gas en Auschwitz I, Birkenau y Majdanek, Polonia.
5. Una recopilación de la información adquirida.
6. Un análisis de la información adquirida y su comparación con diseños reconocidos y probados, información logística y de procedimiento, y los requisitos para el diseño, fabricación y operación de cámaras de gas reales actualmente en funcionamiento en los Estados Unidos.
7. Una consideración de los análisis químicos de los materiales adquiridos in situ.
8. Conclusiones basadas en la evidencia adquirida.
El Informe Leuchter
El Informe Leuchter, el cual formó la base del experto testimonio del autor durante el juicio a Ernst Zündel, en Toronto, Ontario, otorgado el 20 de abril de 1988, es un estudio de las supuestas instalaciones de gaseamiento existentes en Auschwitz, Birkenau y Majdanek, Polonia. Este informe contiene la documentación definitiva para los propósitos de aplicación del hidrógeno de cianuro, “Zyklon B”, en cámaras de gas, el diseño de fumigación y sus procedimientos, el diseño de cámaras de ejecución por gas y protocolo, cámaras de gas norteamericanas, efectos médicos y tóxicos del hidrógeno de cianuro, una breve historia de las supuestas cámaras de gas alemanas con un énfasis en las características del diseño, y una consideración de la tecnología crematoria, incluyendo una discusión de los niveles máximos estimados de cremación. Adicionalmente, hay una discución de consuderaciones forenses de los compuestos de cianuro y los crematorios.
Los materiales contenidos en los párrafos anteriores del Informe Leuchter (1988) son un complemento necesario para el presente informe.
Los Lugares: Dachau, Mauthausen y el Castillo Hartheim
Estos sitios son considerados de forma separada y conjunta, en que Dachau y Mauthausen han sido a veces descritos como campos que proveían de prisioneros al Castillo Hartheim donde eran supuestamente ejecutados.
- Dachau -
La supuesta instalación de ejecuciones en Dachau se encuentra ubicada en un edificio llamado “Baracke X”. Esta instalación fue erigida en 1942 y contenía un crematorio consistente en cuatro (4) recámaras. Fue construido primeramente como reemplazo del más antiguo y pequeño crematorio cercano de dos (2) recámaras. La instalación también albergaba una morgue, cubículos de fumigación (cámaras de desparasitación), áreas de trabajo relacionadas y un cuarto identificado por el signo sobre la puerta que se lee “Brausebad” (cuarto de duchas). Es este cuarto de duchas el que ha sido supuesto como cámara de gas y del cual los turistas hoy son informados que era la “cámara de gas”.
La supuesta cámara de gas tiene un área de unos 427 pies cuadrados y un volumen de unos 3246.7 pies cúbicos. Originalmente era un cuarto de duchas pero parece haber sido modificado en algún momento posterior a la captura de Dachau por los Americanos. El cielo actual tiene unos 7.6 pies de altura y contiene diecisiete (17) pseudo-terminales de ducha, fabricadas de lo que parecieran ser láminas de zinc soldadas. Además, contiene ocho huecos para guarniciones de alumbrado, las cuales no son a prueba de explosiones. También contiene dos (2) supuestas bocas de entrada (descargas) del gas con rejillas internas de 15.75 x 27.25 pulgadas las que están soldadas abiertas hacia el exterior. Esta supuesta cámara de gas también contiene un conducto de ventilación claramente añadido después de su construcción. Las murallas son de baldosa y el techo de cemento está pintado blanco. Existen dos (2) drenajes en el suelo de 20.5 x 26 pulgadas conectados a los otros drenajes de suelo del edificio y del campo. Tiene dos (2) puertas provistas con empaquetaduras, como otras muchas puertas europeas.
Según la construcción, pareciera que la supuesta cámara de gas fue originalmente un cuarto de duchas, al igual que se encontrara en todos los otros campos investigados. Los pseudo-terminales de ducha están fabricados de láminas de metal, consistiendo en un cilindro y un cono con cabezal de surtidor como las que se encuentran en las regaderas de jardín. El extremo está sellado y no tiene rosca. No se encuentran conectadas, ni son capaces de ser conectadas a ningún sistema de cañerías. Están diseñadas para parecer duchas funcionales cuando son observadas desde abajo. El cielo con estas duchas falsas parece haber sido agregado en un momento posterior a la construcción original, aparentemente después de la captura del campo. El cielo está fabricado de concreto, moldeado alrededor de las falsas duchas. Es la típica construcción de bloque de concreto en suspensión. El Documento No. 47 del 79º Congreso, 1ª Sesión, de los EEUU, incluye una investigación sobre Dachau. En este documento, la cámara de gas es descrita como teniendo un cielo de 10 pies con dispositivos de bronce para introducir el gas a la cámara. El presente cielo, como fuera notado, tiene sólo 7,6 pies de altura y ninguna de las bocas de entrada de gas descritas en el Documento No. 47.
Directamente sobre el cuarto de duchas se encuentran las cañerías de vapor y calefacción, lo cual coincide con el diseño normal y correcto para proveer el sector de las duchas con agua caliente. Estas cañerías hoy ya no pueden ser vistas en el cuarto de duchas. Su existencia, sin embargo, puede ser confirmada al observar las cañerías entrar al área del cuarto de duchas desde un pasillo fuera de los límites, y que son sólo visibles desde una ventana trasera del edificio. Es de un diseño inepto y extremadamente peligroso el disponer cañerías de vapor caliente y de alta presión sobre una cámara que contiene gas potencialmente explosivo. En un extremo de la cámara el ducto de ventilación fue claramente añadido. Los ductos que suponen ser las bocas de entrada para el “Zyklon B”, no muy diferentes a los ductos para los incineradores de basura de los departamentos, fueron obviamente añadidos después de la instalación original de las baldosas. Estas dos modificaciones son claramente discernibles a partir del irregular reemplazo de las baldosas interiores y del ladrillo exterior. En un extremo del cuarto se encuentran dos (2) cajas eléctricas con rejillas, algo que no debiera estar en una habitación que contiene gas potencialmente explosivo. No hay manera de sellar el cuarto para prevenir las fugas de gas y no existe un sistema para hacer salir el gas después de su uso, ni tampoco algún conducto de ventilación apropiado (la norma es un mínimo de 40 pies). Las puertas no son a prueba de gas, ni siquiera a prueba de agua. Sólo son resistentes al agua. No existe ningún sistema para evaporar (calentar) o distribuir un gas hacia la cámara o dentro de ella. La utilización del ducto incorrectamente diseñado para la entrada del “Zyklon B” prevendría la apropiada evaporación del gas desde las pastillas de “Zyklon B” debido a la insuficiente exposición del área de superficie. La mayoría, si es que no todas las pastillas de “Zyklon B”, habrían permanecido en el mecanismo de descarga debido al insuficiente movimiento angular de la descarga para las pastillas del gas.
En un letrero puesto dentro de la supuesta cámara de gas, los encargados del museo señalan: “CAMARA DE GAS – disfrazada como ‘cuarto de duchas’ – nunca usada como cámaras de gas”. Un examen de la supuesta cámara de gas muestra claramente, sin embargo, que esta instalación fue construida como cuarto de duchas, y que fue utilizada exclusivamente como tal. Las modificaciones al cuarto que incluyen la añadidura del cielo, los falsos cabezales de ducha, la toma de aire y las bocas de entrada para el gas fueron hechas en tiempos muy posteriores a aquellos de la construcción original de la “Baracke X” y del cuarto de duchas, y por personas y razones desconocidas por el autor. Ninguna muestra fue tomada en esta locación debido al enorme tránsito de turistas dentro de la supuesta cámara de gas.
Para efectos de archivo, esta supuesta cámara de gas pudo sólo haber contenido a cuarenta y siete (47) personas utilizando la regla de inclusión de nueve (9) pies cuadrados aceptada como norma de práctica ingenieril para los sistemas de manejo de aire. Sin un sistema de escape ni ventanas, requeriría al menos una semana ventilar por medio de convección. Esta estimación está basada en las cámaras de gas norteamericanas, las que requieren veinte (20) minutos para ventilarse mediante dos cambios completos de aire por minuto, y un mínimo de cuarenta y ocho (48) horas para ventilar un edificio fumigado con abundantes ventanas.
Una inspección de las cuatro (4) nuevas recámaras crematorias en la “Baracke X” reveló que, aunque fueron encendidas, ninguna de ellas experimentó mucho uso, si es que hubo tal. Estas recámaras funcionaban a carbón.
Después de una profunda investigación de la supuesta cámara de gas en la “Baracke X” de Dachau, este investigador, en su mejor opinión como ingeniero, señala categóricamente que esta instalación nunca pudo haber sido utilizada como cámara de ejecución a gas. Era en realidad un cuarto de duchas (Brausebad) como fue rotulado por los alemanes.
- Mauthausen -
La supuesta cámara de gas en el Campo de Concentración de Mauthausen estaba ubicada entre el hospital, el crematorio y la cárcel. Al igual que Dachau, es considerada generalmente por algunos conocidos historiadores y por los Revisionistas como nunca habiendo sido utilizada en ejecuciones.
La supuesta cámara de gas tiene un área de unos 150 pies cuadrados y un volumen de 1164 pies cúbicos. Tiene una altura de cielo de 7.8 pies, estando dotada de cañerías y cabezales de ducha funcionales. Tiene un drenaje en el piso de unas ocho (8) pulgadas por ocho (8) pulgadas, y cañerías de vapor en el muro noroeste como calefacción. Los muros están terminados en baldosa cerámica. Tiene dos puertas y provistas para empaquetaduras como muchas puertas europeas. Tiene una supuesta ventilación para gas en el techo de la muralla norte pero el propósito de esta supuesta ventilación para gas no puede ser verificado debido a que el terreno superior ha sido repavimentado. Adicionalmente, se dice que un cuarto adyacente habría sido utilizado como sala de control para hacer ingresar el gas (aparentemente, no el sólido “Zyklon B”, sino el gas cianuro de hidrógeno mismo). No existen los instrumentos instalados para esta función ni hay evidencia alguna de que haya sido removido. Los encargados del museo son incoherentes y están muy confundidos referente a la función operativa, ofreciendo una serie de explicaciones distintas sobre cómo el gas era introducido: (1) a través de las duchas en el techo; (2) a través de un ducto en un remoto rincón de la habitación; y (3) a través de una cañería perforada, la cual hoy no existe. La iluminación no es a prueba de explosiones, sino meramente resistente al agua. No hay nada que señale si esta sala de control alguna vez realmente existió. La instalación es completamente subterránea, al igual que la morgue, el hospital y la cárcel. Esta instalación además albergó el área para los prisioneros condenados donde eran ejecutados por fusilamiento.
Pareciera, según la construcción, que esta instalación fue edificada y solamente utilizada como un cuarto de duchas. La instalación no posee provisión alguna para prevenir fugas de gas, la iluminación no es a prueba de explosiones, el drenaje del piso permitiría el escape hacia el sistema de desagüe y no existen dispositivos que permitan la entrada del gas ni para vaciar la mezcla de gas y aire posterior a una ejecución. Más aún, existen cañerías de calefacción a vapor (radiador) sobre la muralla noroeste de la cámara, lo que muy probablemente gatillaría una explosión si se depositara cianuro de hidrógeno en este cuarto. Además, todas los cabezales de ducha están funcionando y el diseño completo es, sin duda alguna, aquel de un cuarto de duchas.
- Consideraciones Forenses en Mauthausen –
Cuatro (4) muestras forenses fueron selectivamente removidas desde la supuesta cámara de gas en Mauthausen y enviadas a los Estados Unidos para pruebas químicas. Un detallado análisis de hierro y cianuro fue completado para cada muestra, de acuerdo a las normativas de procedimiento utilizadas en las anteriores pruebas de muestras provenientes de Auschwitz I y Birkenau. Como resultado de estas pruebas y de su comparación con resultados de pruebas para compuestos insolubles de cianuro de hierro, se demostró que esta supuesta instalación de cámara de gas nunca ha sido expuesta a concentraciones repetitivas de cianuro necesarias para la ejecución: como referencia, la muestra de control #32 perteneciente a la cámara de desparasitación (de Birkenau) marcó 1050 mg/kg, y la mayor concentración encontrada en Mauthausen fue de 32 mg/kg, lo que indica la fumigación del edificio en algún momento de su historia. Esto señala claramente que esta instalación no fue una cámara de gases.
Como resultado de una profunda investigación de esta instalación, este investigador ha determinado que ésta no era capaz de llevar a cabo ejecuciones por medio de gas. En la mejor opinión ingenieril de este investigador, esta instalación nunca hubiese podido sostener ejecuciones por gas y no fue utilizada jamás como cámara de ejecución a gas.
Adyacente a esta instalación se encuentra el área de la morgue, la que contiene una unidad de refrigeración para enfriar los cadáveres. Esta morgue también contiene un cuarto de disección y un crematorio, todos adyacentes y conectados al hospital. El crematorio existente contiene un horno con una (1) recámara. En una habitación contigua, hay indicaciones de otro horno crematorio de una (1) recámara, la cual ha sido removida. Esta recámara existente muestra señales de uso considerables, lo cual es algo esperado para un campo de este tamaño y con sólo dos (2) recámaras. Ambas unidades funcionaban a carbón.
Para efectos de archivo, la supuesta cámara de gas sólo hubiese podido haber contenido a diecisiete (17) personas, utilizando la regla de nueve (9) pies cuadrados. Sin un sistema de escape, este investigador estima que hubiese requerido al menos una semana para ventilar, por las mismas razones explicadas para Dachau.
- El Castillo Hartheim –
-
Esta instalación consiste en una habitación de piedra adyacente a la torre de un castillo de siglos de antigüedad. Este castillo fue donado por la monarquía al servicio de salud mental de Austria, y fue más tarde puesto bajo el control del Gobierno Alemán cuando tomó el control del Gobierno de Austria y del servicio de salud mental. La instalación había sido utilizada como hospital psiquiátrico y bajo el control alemán continuó como tal. Supuestamente, ejecuciones por gaseamientos masivos ocurrieron en este lugar, sobre prisioneros transferidos desde Dachau y Mauthausen para este propósito.
La supuesta cámara de gas era un cuarto en un nivel más bajo, adyacente a una de las torres del castillo. Este cuarto tiene un área de 192 pies cuadrados y un volumen de 1728 pies cúbicos. Tiene un techo en forma de bóveda, con una altura de 8,9 piés en su punto más alto. La instalación tenía una (1) puerta y una (1) ventana, aunque una abertura rectangular ha sido hecha ahora hacia un cuarto adyacente. No existen instalaciones para hacer ingresar el “Zyklon B” o para evacuar este gas después de su uso. Ahora este cuarto ha sido completamente remodelado. Tiene murallas y cielo recientemente estucados. Hay tres (3) nuevas superficies de suelo, una sobre la otra. Incluso la puerta ha sido cambiada por una moderna puerta de celda de institución psiquiátrica convencional, con un visor con tapa. La ventana se dice haber sido original, pero el gas se fugaría por ella si fuese usada con este propósito. Ni la puerta ni la ventana poseen provisión alguna para empaquetaduras. Supuestamente, todos los aparatos para el gaseamiento fueron removidos antes de enero de 1945. En realidad, nunca hubo equipos de gaseamiento pues los muros son muy gruesos, como es característico de la arquitectura y construcción de los castillos, y no sería fácil picarlos para acomodar la instalación de ventilaciones o bocas de entrada para gas. Éste y el cuarto adyacente contienen placas conmemorativas a aquellos que aquí supuestamente murieron gaseados. El castillo es utilizado actualmente como edificio de departamentos.
Pareciera por la construcción que esta edificación no se prestaría para ser usada como instalación de ejecución a gas, pues los muros son muy anchos para la instalación de equipos para gaseo. Ciertamente, debido a la construcción, cualquier cambio sería visible, y no fácilmente ocultable. No existe ningún conducto para la evacuación de la mezcla de gas y aire, ni forma alguna de instalarlo. La ventana dejaría escapar grandes cantidades de gas mortal. Ninguna muestra fue tomada en esta locación debido a la intensa remodelación que ésta ha sufrido, y que decididamente enturbiaría cualquier resultado de laboratorio.
Para efectos de archivo, la supuesta cámara de gas hubiese sido capaz de contener sólo unas 24 personas, utilizando la regla de nueve (9) pies cuadrados. Sin un sistema de escape, esta habitación requeriría de al menos una semana para ventilarse (referirse a Dachau).
Como resultado de una profunda investigación de esta instalación, este investigador declara categóricamente que, según su mejor opinión ingenieril, esta instalación jamás fue utilizada para ejecuciones por medio de gas, y no pudo nunca haberlo sido. El verdadero uso de este cuarto le es desconocido a este investigador. Basado en una comparación con su imagen gemela al otro lado de la edificación, podría haber sido una bodega.
No hay crematorios existentes en esta locación.
Es extraño notar que la literatura oficial del museo señala que Dachau y Mauthausen, ambas con instalaciones iguales, o incluso mejores, que aquellas del Castillo Hartheim, enviaran internos a Hartheim para ser gaseados. No es claro por qué ello debía ocurrir, desde que la supuesta instalación de Hartheim habría sido tan difícil de construir, era tan pequeña y se encontraba tan distante de Dachau (a 200 km). Basándose en toda la evidencia existente se hace bastante claro que jamás existió instalación de gaseamiento alguna en cualquiera de estas locaciones.
Equipamiento Especializado: No existente
En todas las investigaciones del autor, en Polonia, Alemania y Austria, nunca se ha encontrado equipamiento para cámaras de gas, ni construcciones especiales para éste. No existen chimeneas de cuarenta (40) pies, ni ventiladores, ni generadores de gas, ni precalentadores de tomas de aire, ni pintura especial o sellantes en los muros, pisos o cielos; no hay dispositivos de seguridad para los operadores, ni ningún diseño coherente utilizado consistentemente a través de las supuestas cámaras de gas. Es inconcebible que los alemanes, habiendo tenido la altamente desarrollada tecnología utilizada en las cámaras de desparasitación, no hubiesen aplicado esta misma en las supuestas cámaras de ejecución a gas.
Conclusión
Después de haber revisado todo el material y de haber inspeccionado todos los lugares en Dachau, Mauthausen y el Castillo Hartheim, el investigador ha determinado que no hubo ninguna cámara de ejecución a gas en ninguno de estos lugares. Es la mejor opinión ingenieril de este investigador que las supuestas cámaras de gas en los sitios inspeccionados mencionados anteriormente no pudieron, ni entonces ni ahora, haber sido utilizadas o seriamente consideradas para funcionar como cámaras de ejecución a gas.

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