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domingo, 23 de septiembre de 2012
Chenobil sigue "vivo"
25 años después de la tragedia el accidente nuclear más brutal, sigue emitiendo radioactividad
El reactor 4 necesita un sarcófago nuevo para sellarlo. El accidente nuclear liberó 500 veces más radiactividad que la bomba lanzada por EE UU en Hiroshima.
Según la ONU; medio centenar de muertos, según Greenpeace más de 200.000. Según la organización se han detectado más de 7.000 casos de cáncer de tiroides y un notable aumento de leucemia en las poblaciones más expuestas.
150.000 kilómetros cuadrados quedaron contaminados. A 30 kilómetros de Chernóbil, miles de personas viven en zonas con radiación y cultivan productos agrícolas en suelos con un índice radiactivo muy superior a lo normal. Muchos de ellos sufren cáncer de estómago, anemia y problemas cardiovasculares.
Hasta dentro de varias generaciones la zona no podrá ser repoblada, ni recuperada su fauna y su flora.
El 26 de abril de 1986 dos explosiones en el cuarto reactor de la central de Chernóbil, ocurridas hacia la una y media de la madrugada, liberaron a la atmósfera 50 toneladas de material altamente radiactivo. Hicieron falta 10 días para taponar la letal fuga y seis meses para terminar de aislar definitivamente el foco de irradiación, un amasijo incandescente de combustible nuclear y escombros.
Quedó contaminada una superficie de 150.000 kilómetros cuadrados (la mitad de Italia). El nivel de radiactividad fue el mismo que el que hubieran desprendido 500 bombas atómicas como la de Hiroshima.
Las horas inmediatas tras la hecatombe fueron de confusión y, según reconoce Viacheslav Grishin, presidente de la Unión Chernóbil, organización para la defensa de las víctimas del desastre, se adoptaron medidas para detener la emanación, «ineficaces e incluso contraproducentes».
Por ejemplo, la mayoría de los helicópteros que desde el primer instante empezaron a arrojar arena y otros materiales con la intención de apagar el incendio en el reactor no acertaron. El magma de material nuclear fundido salió hacia el exterior en un reguero que los pilotos confundieron con la zona activa del reactor.
Como resultado, la mayor parte del combustible atómico estuvo ardiendo 10 días a cielo abierto. Después se fundió la base del reactor y la lava nuclear se filtró hacia abajo. La masa radiactiva resultante terminó solidificándose después.
Dentro del llamado sarcófago, se acumulan 200 toneladas de material radiactivo. Ese sarcófago debía haber durado por lo menos 30 años, y se encuentra desde hace tiempo seriamente deteriorado. En su armazón aparecieron grietas por las que el agua de lluvia amenazaba con penetrar hasta el reactor y arrastrar partículas radiactivas, que a través de las corrientes subterráneas, hubieran podido llegar al río Dnieper.
Hace cuatro años, se tuvo que acometer una importante reparación para tapar las fisuras y reforzar la estructura del recubrimiento, algo temporal ya que lo que realmente necesita el reactor 4 de Chernóbil es un caparazón nuevo.
El proyecto para construirlo y cerrar herméticamente el epicentro de la catástrofe, denominado SIP (Shelter Implementation Plan), está ya en marcha y tendrá un coste en torno a los mil millones de euros, en su mayoría ya recaudados por el Banco Europeo para la Construcción y el Desarrollo (BERD), y deberá estar terminado en 2015.
El proyecto de desactivación de Chernóbil, incluye también un inmenso cementerio nuclear para sepultar las 200 toneladas de combustible que se extraiga de debajo del sarcófago, todo el material contaminado que se siga recogiendo en la zona y los residuos de los otros tres reactores de la central.
Según el presidente ucraniano, Víctor Yanukóvich, el dinero necesario para completar la financiación que permita desactivar definitivamente Chernóbil asciende a 740 millones de euros. Japón, uno de los países que más ha contribuido a liquidar las secuelas de Chernóbil, se ha tenido que abstener en esta ocasión de aportar dinero para emplearlo en mitigar su propio desastre.
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