sábado, 1 de septiembre de 2012

El Nobel que no interesaba...

El Comité Nóbel de la Cámara Noruega ha decidido suspender este año la distribución del Premio Nóbel de la Paz.

Adolf Hitler: Candidato al Premio Nóbel de la Paz 1938 y 1939.



Pues bien, si alguien merece ese Premio Nóbel de la Paz que jamás se concederá este año, ése es Adolf Hitler. Adolf Hitler no ha querido esta guerra, esta guerra ha sido impuesta a Alemania. Ahora sabemos que Polonia fue animada a atacar a Alemania por las promesas del embajador británico, Sir Howard William Kennard y el embajador francés Leon Noel. Ellos prometieron sin condiciones que Inglaterra y Francia acudirían inmediatamente en ayuda de Polonia en el caso de que estallase la guerra con Alemania; por consiguiente, no importaba nada que fuera Polonia la que provocase el ataque del Reich, Polonia tenía la garantía de Inglaterra y Francia. Con esta garantía, Polonia empezó a actuar despiadadamente. Además, Kennard y Noel halagaron a Polonia hasta convencerla de que era un gran poder. Como el proverbio chino dice: “Tú puedes halagar tanto a un hombre hasta que acabe saltando del tejado.“ Ellos sabotearon los esfuerzos de esos líderes polacos que deseaban una política de amistad con Alemania.



Polonía dio el primer golpe y Hitler anunció, “Desde la madrugada de hoy, estamos respondiendo,” cuando habló ante el Reichstag el primero de septiembre de 1939. “Responder” no es precisamente la palabra que emplearía un agresor. Cuando Hitler atacó, Polonia recibió exactamente lo que merecía. Ninguno de los vecinos de Polonia se lamentó por ella. Polonia había conducido una política de terror. Las minorías étnicas alemanas que vivían en tierra alemana que había sido entregada a Polonia al final de la Gran Guerra en virtud del Tratado de Versalles habían sido tan maltratadas que dos millones tuvieron que abandonar sus poblaciones hacia Alemania y otros sitios. Ellos fueron arrancados de lo que había sido sus casas desde mucho antes de la Gran Guerra.



El comentarista William Joyce, apodado Lord Haw Haw por la propaganda británica, describió las condiciones de los alemanes que estaban viviendo en Polonia por el Tratado de Versalles:




Civiles alemanes masacrados en Bromberg.



"Los hombres y las mujeres alemanas eran cazados como bestias salvajes por las calles de Bromberg. Cuando los atrapaban, eran mutilados y deshechos en pedazos por la turba polaca. .. Cada día iba a más la carnicería… miles de alemanes escaparon de sus hogares en Polonia con nada más que las ropas que llevaban puestas. Más aún, no había ninguna duda de que el ejército polaco estaba haciendo planes para la masacre de Danzig… En las noches del 25 y 31 de agosto inclusive tuvieron lugar, además de innumerables ataques sobre civiles de sangre alemana, cuarenta y cuatro actos autentificados de violencia armada contra personas y propiedades oficialmente alemanas. Estos incidentes tuvieron lugar bien sobre la frontera o dentro de territorio alemán. En la noche del 31 de agosto, una banda de forajidos polacos ocuparon la estación de radio alemana de Gleiwitz. En ese momento quedó claro que a menos que las tropas alemanas marcharan de inmediato, ni un solo hombre, mujer o niño de sangre alemana dentro de territorio polaco podría esperar razonablemente evitar la persecución y la matanza."



Debido a los actos atroces de Polonia contra el pueblo alemán, Hitler declaró al embajador británico Sir Nevile Henderson el 25 de agosto de 1939: “las provocaciones de Polonia se han vuelto intolerables.”



Así que Polonia dio el primer golpe, no Alemania. ¿Qué hombre medianamente cuerdo, conociendo los hechos concernientes a la cuestión polaca, podría culpar a Hitler por su ataque disuasorio sobre Polonia? Polonia, como ninguna otra nación jamás lo hizo, mereció exactamente la manera en que Alemania le respondió. Pero Hitler ni siquiera quería hacer lo que hizo. Tan pronto como Hitler comenzó a proteger a la población alemana dentro de Polonia, él estuvo dispuesto a detener todas las hostilidades e iniciar las negociaciones de paz. El príncipe Sturdza narra:



"Sólo horas después del arranque de las hostilidades entre Alemania y Polonia, Mussolini, renovando sus esfuerzos por la paz, propuso a todos los poderes interesados una inmediata suspensión de las hostilidades y la inmediata convocación de una conferencia de paz entre las grandes potencias, en la que Polonia también participaría. Las propuestas de Mussolini fueron, sin tardanza, aceptadas por todos los gobiernos excepto Gran Bretaña."



Antes de que la guerra estallara el embajador británico en Berlín, Sir Nevil Henderson, el 30 de agosto de 1939 dijo, en su último informe respecto a las bases propuestas por Alemania para negociar: “Estas propuestas son bastante razonables en general.”

Las facetas de Adolf Hitler que sus enemigos ocultan: amante de la paz y de los niños.


Hitler tenía un solo objetivo en lo que respecta a sus relaciones con otras naciones. Ese objetivo era la paz. El 17 de mayo de 1933, Hitler se dirigió al Reichstag sobre sus intenciones:



"Alemania estará perfectamente dispuesta a desarmar toda su estructura militar y desarmar la pequeña cantidad de armas que le quedan, si los países vecinos hacen lo mismo con la misma escrupulosidad. Alemania está completamente dispuesta a renunciar a las armas de agresión de cualquier tipo si las naciones armadas, por su parte, destruyen sus armas de agresión dentro de un periodo específico y si su uso se prohíbe por una convención internacional. Alemania está siempre preparada a renunciar a las armas ofensivas si el resto del mundo hace lo mismo. Alemania está preparada a acordar cualquier pacto solemne de no agresión porque ella no piensa en atacar a nadie sino sólo en adquirir seguridad."

Ninguna de las “democracias amantes de la paz” prestó atención a la oferta de Hitler. El único motivo por el que al Rey Edward no se le permitió permanecer en el trono británico fue porque dejó saber que mientras él fuera rey, Inglaterra no iría a la guerra con Alemania.
Hitler se expresó sobre lo que resultaría de que Alemania ganara la guerra de la siguiente manera: “Una guerra europea podría ser el final de todos nuestros esfuerzos incluso si ganáramos, porque la desaparición del Imperio Británico sería una desgracia que no podría ser reparada de nuevo.”

Basándonos en todo lo dicho, Adolf Hitler debería ser el digno merecedor del Premio Nóbel de la Paz. Él no ha sido la causa de la guerra y él no ha querido nunca la guerra. Él es un hombre de paz y ha trabajado por la paz de todas las formas posibles.

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