miércoles, 16 de mayo de 2012

Esperando la tormenta..

ESPERANDO LA TORMENTA

                                 El problema es el islam, no el islam integrista. Esto último no es más que un invento de intelectuales europeos que nos quieren hacer creer que existe otro islam que no sería extremista, el famoso islam de los moderados. No existen dos islam, uno moderado y otro integrista, existe el islam integral. El islam es integral o no es. El islam y el islamismo están tan intimamente ligados como el acohol y el alcoholismo.   Los excesos etílicos y coránicos desembocan irremediablemente en una inflamación del higado y del cerebro respectivamente. La jihad es al islamismo lo que el delirium tremens al alcoholismo: una consecuencia inevitable, una patología inherente.
Esta ficción de los dos islam ofrece a los políticos occidentales la coartada necesaria para no poner fuera de la ley el islam en bloque. Pues si admitieran la verdadera naturaleza del islam, eso los llevaría a ilegalizarlo de inmediato por incompatibilidad total con los valores y los principios que rigen las democracias occidentales y con las propias leyes de esos países. No queremos reconocer al enemigo para no tener que hacer el esfuerzo de combatirlo. Es el caso del alcohólico que se niega a admitir su adicción para no tener que someterse a un tratamiento...
El absurdo mayor proviene de que en nombre de unos valores y unos principios, nos impedimos actuar en defensa de esos mismos valores y principios contra aquellos que quieren destruirlos. En nombre de la tolerancia, toleramos la intolerancia; en nombre de la no-violencia, nos sometemos a la violencia, etc. La situación es delirante, kafkiana, irracional, y a la postre insostenible, pues nos lleva directamente al suicidio. Tolerar la intolerancia, ceder ante la amenaza, humillarnos ante la agresión, negarnos a nosotros mismos las armas para la defensa, admitir un derecho superior al propio, inclinarnos ante la ley de nuestro enemigo, entregar el cuello al verdugo, todo eso junto (y hasta por separado) es la vía más segura y directa para desaparecer.   . Este es el veneno distilado por la religión de los derechos humanos, el antirracismo, la democracia y la alianza de civilizaciones. Pareciera que el etmomasoquismo de los europeos haya generado un deseo irrefrenable de muerte colectiva en Occidente. Les estamos dando una cuerda al islam para que nos ahorque con ella. Subiremos al cadalso cantando loas a la multicultura, a la diversidad, al diálogo intercultural y salmodiando las alabanzas del islam, religión de paz, amor y tolerancia.    .. ....
La política de apaciguamiento (rastrero entreguismo, en román paladino) hacia el islam busca comprar paz a cambio de ceder parcelas del espacio que nos es propio e inalienable. Pretendemos ponernos a salvo (¿pero por cuanto tiempo y a qué precio?) haciendo concesiones cada vez más inasumibles para nuestra sociedad, nuestro sistema de valores y nuestro ordenamiento legal.
Los ilusos irresponsables que gobiernan Europa, colocados ante el fruto de su desidia e incompetencia, que es la amenazante perspectiva de una ofensiva islámica en todos los frentes, incluido el terrorista, se desviven en multiplicar los gestos de buena voluntad que supuestamente han de calmar a la fiera que hemos cobijado en nuestra propia casa y que ya nos muestra los dientes.
Para evitar la aterradora posibilidad de una atentado semanal en las calles de nuestras ciudades y una sublevación permanente a escala continental, preludio de una guerra insurreccional, los vendepatrias que nos están llevando al desastre están dispuestos a transigir con el velo, con las mezquitas, con la poligamia, con la sharia incluso, y antes que nada (quien hace lo grande hace lo pequeño) con medidas cada vez más generosas de discriminación positiva en favor de los musulmanes en el terreno social, laboral, asistencial, escolar, jurídico, etc… Con tal de mantener la paz y que no corra la sangre, les iremos entregando nuestros países poco a poco, anticipándonos incluso a sus reclamos y exigencias ...  El error es colosal. Sometido permanentemente al chantaje, una vez que hemos cedido en un punto, por pequeño que este sea, el chantajista, crecido con el éxito de su maniobra, engolosinado por esa recompensa lograda a punta de amenaza, elevará el nivel y la frecuencia de sus extorsiones, sin que exista nunca la posibilidad de saciarlo. Entrar en esa dinámica nos condena a un fracaso estrepitoso, pues al momentáneo respiro que nos puede proporcionar la entrega una vez de lo exigido, le sucederá pronto un desasosiego aún mayor ante la pronta repetición del chantaje, siempre en crecimiento cuantitativo y cualitativo irrefrenable. Ceder ante un criminal sólo puede significar en el mejor de los casos “pan para hoy y hambre para mañana”, y en el peor, encadenarse a la tiranía de una esclavitud sin remedio.       El problema no se soluciona, por el contrario crece y lleva camino de desembocar en el sometimiento completo ante aquello que se debiera de haber neutralizado sin contemplaciones desde un principio.
Sometimiento es el nombre del futuro de Europa. Islam significa precisamente eso: sumisión. Las políticas irresponsables y criminales que los dirigentes europeos vienen imponiendo desde hace décadas a sus pueblos, sin consultarlos nunca sobre esas cuestiones vitales, desembocarán en la quiebra de una civilización y la esclavitud de todo un continente sometido al yugo de una ideología totalitaria llamada islam. Eso o una guerra de liberación continental contra ese abyeto proyecto de dictadura medieval antihumana. La alternativa es dramática: el silencio de los corderos o sangre en las calles.
La construcción europea se asemeja mucho a esa falta de inteligencia y previsión que lleva a veces a algunos insensatos a construir sus casas en el terreno llano y despejado de cauces secos de ríos pretéritos, antaño caudalosos. Mientra el cielo se muestra clemente y riega escasamente las fuentes del antiguo río, las buenas gentes duermen plácidamente ignorantes de que su tranquilidad (que no reposa en la seguridad sino en la inconsciencia) es sólo la antesala de un desastre programado en el caprichoso e impiadoso reloj de la naturaleza. Un buen (o un mal) día, el cielo revienta en una tromba antediluviana y todo vuelve brutal y repentinamente a su lugar ancestral. Los errores se corrigen de golpe, lo torcido se endereza súbitamente. Arena que se lleva el agua…....
Sobre la cabeza de los europeos, negros nubarrones se están acumulando. Ya no hay paraguas ni chubasqueros que nos puedan proteger del diluvio por venir. Unas cortas y nerviosas ráfagas de viento sacuden el aire, anticipando la tormenta. Un rumor de hojas temblorosas se eleva de las arboledas. En el cielo oscuro unas bandadas de pájaros pasan como flechas y se pierden en el horizonte. Un lejano relámpago enciende la tarde. Unas primeras gotas frías han empezado a caer.

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