Durante los años 1942 y 1943 cambió radicalmente el curso de la guerra tras el fracaso alemán de la Operación Barbarroja, las ofensivas de los aliados obligaron a los alemanes a replegarse y a adoptar una estrategia nueva para frenar el avance del adversario. Durante este período, Winston Churchill y Delano Roosevelt utilizaron dos nuevos tipos de acciones para las cuales el III Reich no estaba preparado: Destrucción de las refinerías de combustible usando a terroristas y partisanos, y el bombardeo masivo sobre ciudades alemanas.
Nadie podía esperarse lo ocurrido en aquella semana de julio de 1943. Un crimen de guerra que causaría 40,000 muertes y un millón de desplazados.
Todo comenzó la noche del 24 de julio, cuando el cielo de Hamburgo estalló en pedazos. Las fuerzas aéreas del Reino Unido, con apoyo de Estados Unidos, lanzaron la Operación Gomorra (llamada así por la ciudad del Antiguo Testamento que fue devastada por la ira de Yahvé), un ataque aéreo sobre la población civil sin precedentes, sobre la industriosa ciudad del Elba, uno de los mayores puertos del mundo y punto estratégico con astilleros, refinerías de petróleo e industrias metalúrgicas. Esa medianoche 791 aviones británicos descargaron 2,300 toneladas de bombas incendiarias. Era como si del cielo cayera un infierno de metal candente sobre la ciudad, desapareciendo tras una nube de humo e iluminada de rojo.
Lo peor llegaría tres días después. La infernal intensidad del bombardeo causó un fenómeno imprevisto. Las zonas que ya ardían seguían siendo destrozadas una y otra vez con más bombas, de manera que la temperatura se elevó descomunalmente. Los bomberos no podían sofocarlas y el tiempo seco y caluroso hizo el resto. El aire supercaliente lanzó corrientes de fuego de 240 kilómetros por hora, a temperaturas de 800 grados centígrados, y desató un gigantesco tornado de fuego. Las llamaradas se elevaban varios metros. El petróleo derramado incendió los canales. El asfalto se derritió. La falta de oxígeno y el fuego acabaron con muchos de los que intentaron alcanzar los refugios antiaéreos. La mayoría de víctimas del ataque pereció esa noche infernal.
La cantidad de víctimas de la Operación Gomorra aún no ha podido ser determinada con exactitud. Hasta el 30 de noviembre de 1943 se recuperaron 31.647 cadáveres, de los cuales 15.802 pudieron ser identificados. Los responsables de la defensa antiaérea de la ciudad cifraron entonces el número de fallecidos en 35.000. Historiadores modernos cuantifican el número de víctimas de la operación en 34.000 muertos y 125.000 heridos.
Algunos especialistas afirman que más allá del valor estratégico de la ciudad, el ataque tenía como fin aterrorizar a los ciudadanos alemanes. Diría sir Arthus Harris (comandante británico de la Operación Gomorra) que el objetivo era de “aplastar al Boche [apelativo despectivo aplicado a la población alemana], matar al Boche, aterrorizar al Boche”. Si la Operación Gomorra ya fue un acto inmoral, cuanto más lo serían Dresde, Hiroshima y Nagasaki. La cifra de muertos sería trágicamente superada. Hamburgo sería la primera gran ciudad en ser aniquilada.
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