jueves, 16 de agosto de 2012

Falsos mitos sobre Palestina

 
 
La historia del conflicto en Palestina está plagada de falsos mitos, de sinsentidos creados por la propaganda sionista. La versión inicial de esa historia se centra en tres falsos mitos:

1. A Israel se le concedió legitimidad mediante la resolución 181 de Naciones Unidas que establecía la partición. Lo cual no tiene sentido porque sin el consentimiento de la mayoría del pueblo palestino la ONU no tenía derecho a decidir la partición de Palestina ni a asignar cualquier parte de su territorio a una minoría de inmigrantes extranjeros.
                                
A pesar de eso, con un margen mínimo y con la votación amañada, la Asamblea General de la ONU aprobó una resolución para dividir Palestina y crear un Estado árabe y otro judío. Pero la resolución de la Asamblea General no podía tener efecto a menos que lo aprobara el Consejo de Seguridad. Y la propuesta de división nunca llegó al Consejo de Seguridad para su estudio, porque EE.UU. sabía que, si se aprobaba, sólo podría ser puesta en práctica mediante la fuerza.

Por ello, el plan de partición nunca adquirió validez, y qué hacer con Palestina volvió a debatirse en la Asamblea General. Pero mientras la Asamblea General debatía, Israel declaró de manera unilateral su derecho a la existencia, desafiando a la comunidad internacional.

2. Israel ha vivido en peligro constante de aniquilación, de que lo “arrojen al mar”. La verdad histórica es que la existencia de Israel nunca ha estado en peligro. No lo estuvo en 1948/49. Tampoco en1967. Y ni siquiera en 1973. La afirmación sionista de lo contrario fue la tapadera que permitió que Israel se saliese con la suya donde más importaba, en EE.UU. y en Europa, al presentar su agresión como defensa propia y a sí mismo como la víctima, cuándo lo que fue, y sigue siendo, es el opresor.

3. No ha habido ningún personaje palestino dispuesto a negociar la paz. La verdad histórica es que Yasser Arafat sí preparó el terreno en el lado palestino para alcanzar la paz, y lo hizo en 1979, hace casi treinta años. En 1979, Arafat convenció al Consejo Nacional Palestino para que apoyara su política y el hasta entonces inimaginable acuerdo con Israel (la aceptación de Israel en el interior en sus fronteras anteriores a 1967 exigía que los palestinos renunciasen a reclamar el 78% de su territorio).

El problema fue que Arafat no tuvo enfrente un interlocutor israelí por la paz, porque el sionismo no ha estado nunca, y sigue sin estarlo, interesado en la paz en ninguno de los términos que los palestinos pudieran aceptar. Es cierto que en 1993 Arafat (quizá) tuvo un interlocutor israelí por la paz encarnado en Yitzhak Rabin, asesinado por un sionista radical antes de que las negociaciones llegaran a algo.
 
Los sucesores de Rabin olvidaron la paz y se centraron en demonizar a los palestinos. Es falso que Barak le ofreció a Arafat el 95% de todo lo que había dicho que quería. Es muy probable que los israelíes envenenaran a Arafat. Pero a pesar de eso, y de que Abbas sea una marioneta israeloestadounidense, podemos estar seguros de una cosa: con o sin un líder títere, el pueblo palestino no aceptará nunca las migajas de la mesa sionista en forma de dos o tres bantustanes a los que pudieran llamar Estado.



La verdad fue que el Estado sionista, creado fundamentalmente como consecuencia del terrorismo sionista y de la limpieza étnica, no tenía derecho a existir ni lo tiene a menos.a menos que sea reconocido por aquellos que fueron desposeídos de su territorio y de sus derechos. Según el Derecho Internacional, únicamente los palestinos podrían dar a Israel la legitimidad que reclama. Y esa legitimidad es lo único que los sionistas no pueden arrancarles por la fuerza.
    
La pregunta que deben contestar todos los que exigen que Hamás reconozca a Israel es ésta: ¿Cuál es el Israel que debe reconocerse, el de las fronteras anteriores a la guerra de 1967 o un Israel más grande que día tras día usurpa más y más territorio?
    
Porque la posición real de Hamás es evidente. Si mañana Israel demostrase que está listo para negociar una paz basada en una verdadera solución de dos Estados, uno que devolvería a Israel a sus fronteras anteriores a 1967, con Jerusalén como ciudad abierta y capital de los dos Estados, Hamás sería el primero en sentarse a negociar.



Pero la realidad es que la solución de los dos Estados ya está muerta, asesinada por los asentamientos que Israel ha creado y sigue creando en Cisjordania, en claro desafío de las resoluciones de la ONU, la legislación internacional e incluso del gobierno de Bush.

La estrategia sionista para una solución final al problema palestino no deja ahora lugar a la imaginación. Los dirigentes de Israel y quienes los apoyan en EE.UU. aún creen que con el uso de la fuerza bruta y reduciendo a los palestinos a la más abyecta pobreza quebrarán su voluntad de continuar la lucha por sus derechos. La idea es que, absolutamente desesperados, los palestinos estarán dispuestos a aceptar las sobras o, mejor aún, abandonarán su tierra y buscarán una nueva vida en otros países.



Basado en un artículo de Alan Hart
 
Mil muertos en Gaza



Un anciano palestino en el cementerio de Sheik Radwan, dañado en los ataques israelíes sobre la ciudad de Gaza. (Foto: EFE)

Anoche Ali Barake, portavoz de Hamas en Siria, confirmó que su organización acepta el plan egipcio de alto el fuego siempre y cuando Turquía sea el garante y se desplieguen observadores internacionales para supervisar el acuerdo. En rueda de prensa en el Cairo, Salah al Bardawil reiteró las condiciones de Hamás firmando que no aceptará ningún pacto que no incluya esos puntos.
                                    
Los puntos del acuerdo serían una tregua de tres días, la retirada total de las tropas israelíes en 48 horas, el despliegue de observadores internacionales y una nueva tregua de un año durante la cual los pasos fronterizos de Gaza estarán abiertos. Sin embargo, el dirigente de Hamás en el Líbano, Osama Hamdan, negó que se haya aceptado el plan egipcio.

El anuncio de un posible alto el fuego se produce el mismo día en que las tropas de ocupación israelíes han logrado romper la feroz resistencia palestina en Hay al-Zaytoun, barrio al este de Ciudad de Gaza,y tomar algunos barrios de la capital de la Franja. El primer ministro israelí, Ehud Olmert, ha considerado que se encuentra cada vez más cerca de los objetivos que se ha marcado en su “ofensiva”.
     
Al norte, Hezbolá y el ejército libanés han entrado en estado de alerta tras el despliegue de unidades militares israelíes a lo largo de la frontera con Líbano, en medio de la creciente preocupación de que el asalto a Gaza sea el comienzo de una guerra frontal múltiple. El diario libanés As-Safir informó que el sur de Líbano ha sido testigo de la acumulación de vehículos blindados israelíes, tanques, buques militares y helicópteros Apache.
 
Mientras, la situación humanitaria empeora aún más en Gaza. The Lancet, la revista médica más importante del mundo, ha denunciado la gravísima crisis hospitalaria que sufre Gaza, donde incluso se están teniendo que abrir antiguas tumbas para enterrar a los muertos.
    
Se ha confirmado el uso de fósforo blanco por parte del ejército israelí, un arma incendiaria que provoca ceguera, contamina órganos vitales y cuyas quemaduras pueden llegar hasta el hueso. En Gaza, decenas de heridos presentan quemaduras ante las cuales los médicos se sienten “conmocionados”.


Quemaduras por fósforo blanco en Iraq, donde EE.UU. también lo utiliza
 
Aunque Israel lo niega, las ONG en la zona no tienen ninguna duda de que su uso es masivo. “Estamos seguros al 100% de que el ejército israelí emplea fósforo blanco”, afirmó Marc Garlasco, experto en asuntos militares de HRW. El uso de fósforo blanco sobre ciudades densamente pobladas está estrictamente prohibido por las convenciones internacionales. Y Gaza acumula 1,5 millones de personas en apenas 150 kilómetros cuadrados.
    
Más de mil muertos y casi 5.000 heridos, quizá con daños irreparables. Un campo de concentración que hace 19 días se convirtió en campo de exterminio. Un genocidio que recuerda los momentos más oscuros de la Segunda Guerra Mundial. Un Estado hebreo actuando sobre los principios de la Alemania Nazi, sin nada que lo detenga hasta alcanzar el Gran Israel y quizá también la Solución Final al problema palestino.
        

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