viernes, 30 de noviembre de 2012

el Arca de Noe. a favor y en contra



El 18 de noviembre de 1997 apareció un artículo en el Washington Times titulado: CIA spy photos sharpen focus on Ararat Anomaly publicado por Bill Gertz. Este artículo suponía el final de una larga lucha por conseguir la desclasificación de las fotos realizadas por la CIA, durante la Guerra Fría, del monte Ararat donde supuestamente se podían observar los restos del Arca de Noé.

A lo largo de la historia muchos han sido los que han buscado el Arca y muchos más los que dicen haberla encontrado. Sin embargo bastó un artículo del Washington Times para destapar la caja de Pandora.
 
Todo empezó el 17 de Junio de 1949 cuando un avión de las fuerzas armadas estadounidenses espiando a los rusos, como tienen por costumbre, sacó unas fotos del monte Ararat en Turquía, cerca de la frontera con Rusia. El análisis posterior de las fotos reveló una anomalía, como se ha dado en llamar, dos kilómetros debajo de la cima oeste del monte (la vertiente rusa) a 3000 metros de altitud. 
Este descubrimiento (a 100 metros del lugar en que Navarra encontró los restos de madera y muy cerca del monasterio Echmiadzin vd. buscadores) despertó el interés de la Central de Inteligencia y realizó posteriores fotografías con aviones espía U-2 y SR 71. A esta misión en plena Guerra Fría se le llamó Operación Noé. Posteriormente se llegó a utilizar los satélites KH9 y KH11. Gracias al esfuerzo de Porcher Taylor, que siendo cadete en West Point oyó hablar de estas fotos y mantuvo una tensa lucha con el gobierno para obtenerlas, podemos observar la anomalía en diversas páginas web como nohasarksearch.com o Ararat Anomaly (publicada por el propio Taylor). Cuando el gobierno estadounidense publicó las fotos hechas por el satélite Eros a principios de los noventa resurgió con fuerza la búsqueda del mítico navío.

Resultará de gran utilidad para la exposición de una conclusión lógica enumerar los argumentos a favor y en contra de la existencia del Arca de Noé y hacer un balance:

A favor:
La narración de este mito en muchas mitologías, algunas aisladas geográficamente y por tanto sin posibilidad de conocer el mito a través de otras culturas.
Los innumerables testimonios que afirman la existencia del Arca y que incluso, como Fernand Navarra, han aportado pruebas.
La existencia de un estrato de barro y arena arcillosa de casi tres metros de profundidad descubierta en 1919 por Sir Leonard Woolley durante sus excavaciones en Ur. Posteriores cálculos demostraron que se trataba de una gigantesca inundación acaecida el 3.500 a.C. (época Al-Ubaid) que sumergió un área de casi 80.000 kilómetros cuadrados. Los estudiosos opinan que todo ese fango debió ser depositado por un frente de agua de 100 metros de altura. Este estrato se repetía en otros muchos lugares. El arqueólogo Stephen H. Langdon lo encontró en Kish
En el monte Judi (donde el Corán localiza el Arca) se han encontrado 11 gigantescas piedras estabilizadoras como las utilizadas por los navegantes de la antigüedad.

En contra:
Las pruebas en contra de la existencia del Diluvio universal (y del Arca) son apabullantes. Quizá la más obvia sea la imposibilidad de que un diluvio por grande que sea pueda cubrir una montaña como el Ararat de 3131m de altitud.
En contra de la existencia del Diluvio se muestran también todas las teorías sobre la evolución humana que no admitirían un gran holocausto y la supervivencia de un único núcleo familiar del que derivaría toda la población mundial.
Los últimos análisis con el método del Carbono 14 de los supuestos restos de madera del Arca revelan una edad de 600 años y no 5000 como se pensaba hasta ahora.

Tampoco resulta creíble que restos de madera, que tiende a degradarse y desaparecer rápidamente, puedan perdurar tanto tiempo. Además la intensa actividad volcánica que caracteriza el monte Ararat y el continuo movimiento de sus glaciares no contribuirían a una buena conservación del barco.
Tampoco resulta muy creíble la historia bíblica ya que para construir un barco así se necesitaría una gigantesca inversión de tiempo y medios que no creemos que Noé pudiese satisfacer, a pesar de su increíble edad. Además nos cuesta imaginar que pudiese reunir todas las especies de animales que hoy pueblan la tierra y si lo hubiese hecho los hubiese tenido que comprimir bastante para introducirlos a todos en el barco y luego conseguir no ser devorado por alguna fiera hambrienta.
Las últimas teorías pro Arca hablan de una inundación parcial que sólo afectase a la zona de Mesopotamia. Desde luego no tienen mucho sentido ya que la Biblia no deja lugar a dudas acerca de la universalidad del Diluvio. Además aunque así fuera seguiría siendo igual de inverosímil.
Adentrándose en el análisis de las fotos que han desatado toda esta polémica los expertos coinciden en que esta “anomalía” seguramente se trata de un cráter volcánico que se abrió en torno al año 1000 o el efecto del deslizamiento de uno de los enormes témpanos de hielo perenne que cubren el Ararat con el consiguiente amontonamiento de la nieve.
Y lo más irónico de todo este asunto es que todos los que han partido en busca del Arca Biblia en mano ni siquiera la habían leído atentamente: cabe decir que la Biblia ha sido mal interpretada en lo que respecta al monte Ararat. Vemos, por ejemplo, que en Génesis 8. 4. Se nos dice que el Arca se posó sobre los montes de Ararat dando a entender que Ararat es una región o país en el que había una cadena montañosa donde se posó el Arca. Otra prueba, esta más explícita, la podemos encontrar en Jeremías 51. 27. o también en II Reyes 19. 37.donde se habla del reino de Ararat. Es probable que este reino sea el que nosotros conocemos por Urartu.

Siguiendo una línea de estudio racional se han propuesto dos explicaciones para el mito del Diluvio:
La de André Parrot, que dice que existieron varias inundaciones del Tigris y Eúfrates pero hubo una mucho mayor en época de Jemdet Nasr. Esta ocasionó tales crecidas que no sólo quedaron en la memoria de quienes las sufrieron sino que pasó a generaciones posteriores. Esta gran inundación fue acompañada de lluvias torrenciales. Esta inundación ocasionaría efectos tan desastrosos que su recuerdo pasó de generación en generación hasta que fue recogida por la literatura sumeria de la que sería copiada por acadios, babilonios, asirios y hebreos. André Parrot termina su estudio diciendo que la supuesta conservación del Arca entre las nievas del monte Ararat en Cananea es una leyenda que nace en época de las cruzadas y que las expediciones en su busca son hazañas deportivas pero sin ningún valor arqueológico.

Otra explicación igualmente válida es la que desarrolla el notabilísimo historiador de las religiones y mitólogo Mircea Eliade en libros como Le mythe de l’eternel retour. Archétypes et répétitions o su esencial Traité d’histoire des religions. Eliade no niega las teorías de Parrot pero dice que estas sólo sirven para explicar el desarrollo del mito en Mesopotamia pero que son insuficientes con vistas a fortalecer la génesis de la leyenda del Diluvio que es universal excepto en África. La encontramos en Persia, Grecia, Roma y la América precolombina. Mircea Eliade piensa que esta leyenda responde a un mito propio de un mundo envejecido con gran necesidad de una renovación moral que vendría tras el Diluvio. Pone el ejemplo de que tanto en las ciudades-estado sumerias como en Babilonia se representaba este mito en la fiesta de año nuevo, momento claramente vinculado a una renovación moral del hombre.

Así pues podemos concluir que la contundencia de las pruebas en contra de la existencia del Diluvio y del Arca es inmensamente superior al amasijo de falacias, incertidumbres y afanes que resulta ser la búsqueda de un gigantesco barco que nunca existió.

También resulta interesante el increíble afán del hombre por creer en algo. Gracias a la WWW podemos encontrar múltiples ejemplos de hombres que como B. J. Corbin o Ron Wyatt, han dedicado muchos años y esfuerzos a la búsqueda del Arca, años y esfuerzos que se hubiesen ahorrado si se hubiesen sentado 5 minutos a pensar seriamente en la posibilidad de que un Arca inmensa encallase en la cima de un monte a 3000 metros de altitud.

Más increíble resulta aún la influencia que tienen en los lectores titulares como el del Washington Times. La credulidad que caracterizó la reacción ante este artículo demuestra dos cosas: lo débil de mollera, influenciable y crédulo que resulta el lector y el gran poder que tienen en sus manos los medios de información. Ante todo esto merece la pena aplicar un par de vacunas: escepticismo y lógica. También habría que dar un toque de atención a organizaciones como la CIA que, dejándose embargar por la emoción, anuncian que han encontrado el Arca, perfectamente conservada, en el monte Ararat cuando la Biblia nunca dijo que el arca estuviese en ningún monte Ararat. Si simplemente se hubiesen molestado en leer la Biblia atentamente…

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