miércoles, 12 de diciembre de 2012

¿Cuánta radiación recibes al día?


Por desgracia, últimamente estamos muy acostumbrados a escuchar noticias sobre el peligro de la radioactividad, lo que no sabemos, es que ese peligro convive con nosotros todos los días, tantas posibilidades tienes de estar en contacto con un átomo radiáctivo como con una infección bacteriana. Tranquilos, en pocas dosis, ninguna de los dos mata.

En primer lugar, ¿cómo se produce la radioactividad, por qué unos elementos causan radiación y otros no, aparentemente? La radioactividad es un proceso natural que experimentan los núcleos atómicos inestables de algunos elementos. Estos núcleos se desintegran y se transforman en un estado de menor energía, y durante este proceso radian partículas con energía suficiente para ionizar la materia, es en este momento cuando son perjudiciales para la salud.
Pero continuamente estamos en contacto con estos átomos, no hace falta un accidente catastrófico para que nos rodeemos estos amiguitos, simplemente ir al dentista ya te pone en contacto con partículas ionizantes.

Como en todo, se ha desarrollado una escala para determinar cuáles son los niveles mínimos de radiación que nuestro organismo puede permitir y cuándo saltan las alarmas con niveles peligrosos.


Primero hay que cuantificar el nivel de desintegración del núcleo atómico para saber cuándo empieza a ser peligroso. Es imposible saber cuánto tiempo va a tardar un núcleo cualquiera en desintegrarse, depende de cada elemento, puede tardar desde nanosegundos hasta millones de años. Lo que se conoce es la probabilidad de que un núcleo se desintegre pasado cierto tiempo, para cuantificarla se utiliza el periodo de semidesintegración, que abarca el tiempo que tarda en una muestra compuesta por una gran cantidad de núcleos de la misma especie (núcleos de carbono, por ejemplo) en desintegrarse la mitad de ellos. A esto se le denomina actividad radiactiva de una muestra, que se mide en becquerelios (Bq). Un becquerelio equivale a una desintegración nuclear por segundo.

Esto en cuanto a los elementos, pero, ¿cómo se mide la dosis que puede recibir un cuerpo humano?. Tomando la misma muestra, podemos cuantificar el efecto sobre el cuerpo humano, la magnitud utilizada se denomina dosis equivalente, que expresa la energía absorbida por nuestro cuerpo al exponernos ante una radiación ionizante. Se mide en sieverts (Sv), un Sv equivale a un julio por kilogramo.



La Comisión Nacional de Protección Radiológica (ICRP) es la que fija los niveles máximos recomendados. Para cualquiera de nosotros está fijado en 1 mSv al año. (Un milisievert), en trabajadores en contacto con material ionizante, la dosis máxima está fijada en 50 mSv al año, durante un máximo de 5 años. El peligro pasa de potencial a peligroso cuando supera la dosis de 1 Sv. Por encima de 4 Sv se garantiza la muerte del 50% en dos meses. Una radiografía dental, por ejemplo, supone una exposición a 0,005 mSv.

Cuando ocurrió el desastre de la central de Fukushima, escuchábamos que las mediciones en los alrededores eran mil veces superiores a la dosis permitida. Si esta es de 1 mSv al año, en un minuto podías estar en contacto con 1 Sv completo, lo que requiere inmediato tratamiento médico.

¿Hay que tener miedo a la radioactividad?, si vives en pleno centro de Fukushima no te digo yo que no, pero queramos o no, todos estamos expuestos a la radioactividad, por que una parte de la que recibimos, viene de la propia naturaleza, el resto, pruebas médicas, vuelos en avión, detectores de metales o incluso el propio tabaco. Fumarse un paquete al día durante un año supone exponerse a una dosis de 0,36 mSv; menos peligroso que trabajar en una central nuclear, sí, pero más que ir al dentista. De todas formas, tranquilos, te matará antes cualquiera de sus compuestos.

¿Vuelas mucho en avión?, los detectores de metales de los aeropuertos emiten 0,0001 mSv cada vez que pasas por debajo de ellos, cinco horas en vuelo te expone a 0,0165 mSv. Estamos acostumbrados a contar calorías de los alimentos, si hay alguien tan paranoico como para contar los milisieverts a los que nos exponemos día a día, le remito a la lista elaborada por el Consejo de Seguridad Nuclear de Madrid en 2010.

Podéis estar tranquilos, una dosis normal al año durante 20 años sólo acorta la vida 9,9 días. Fumar 20 cigarrillos al día la acorta en 6,6 años….


Existen más de 200 elementos radiactivos, unos de origen natural y otros producto de la fusión del núcleo en las centrales. Entre los naturales, los más abundantes son el potasio-40, el uranio-238, el torio-232, los tres con un periodo de desintegración de miles de millones. El radón-222 cuenta con un periodo de semidesintegración de 3,82 días, junto con el plomo-214, el bismuto-214 y el polonio-210, son los componentes de la llamada lluvia ácida.

Las refinadoras petrolíferas generan radón-226, y en las centrales nucleares nos encontramos con uranio-235 y uranio-238, más los isótopos radiactivos que estos producen, como el yodo-131 y el cesio-137, que fueron los culpables del desastre de Fukushima.
El problema para la salud de estos dos pequeñines es fulminante, el yodo es absorbido por la glándula tiroides, de ahí la ingesta de pastillas de yodo, para superar con ellas el límite de absorción y no ingerir yodo radioactivo. El cesio presenta una actividad química similar al potasio, por lo que se fija en los músculos. El cesio-137 permanece en el cuerpo 110 días, y el yodo-131 entre 120 y 138 días, ya sean ingeridos o inhalados. El factor de dosis del cesio-137 está calculado en 8,63 nSv (nanoSieverts) inhalado y 13,5 nSv ingerido, y el del yodo-131 de 292 nSv y 476 nSv. Las cifras asustan teniendo en cuenta el material radiactivo lanzado a la atmósfera. Aquí la frase de “no se salva ni el gato”, es cierta.

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