Ser sospechoso de “derechista”, haber acudido a misa con regularidad, tener alguna afinidad ideológica improcedente, poseer periódicos del tipo ABC, haber ocupado algún cargo público en la etapa anterior, o simplemente no comulgar con los postulados del Frente Popular, eran los motivos por los que fueron retenidos miles de civiles en las cárceles de Madrid para posteriormente recluirlos en las famosas checas donde los torturaban y vejaban. Y de ahí a las sacas, para fusilarlos en las afueras. ..
El periodo mas activo fué del 7 de noviembre al 4 de diciembre de 1936. Los asesores soviéticos del Partido Comunista, dominante ya en ese momento en Madrid, dictaminaron que era necesario exterminar a todos los disidentes (detenidos por el simple hecho de no ser de izquierdas) que abarrotaban las cárceles de la ciudad.
Lo que se hizo fué una limpieza literal de todos los civiles apresados que no pudieron escapar de Madrid al inicio del conflicto, en una clara acción criminal de “tierra quemada” en la retaguardia, por si llegaban los nacionales. Santiago Carrillo era el responsable municipal de Orden Público de la Junta de Defensa ....y por tanto, era el encargado de elaborar, supervisar, organizar y ordenar el trayecto de las checas hasta los lugares donde se produjeron sin juicio los asesinatos masivos.
Miles de civiles y de adversarios ideológicos, incluidos sus familiares, fueron asesinados de forma colectiva e indiscriminada en distintas fases, sembrando así las afueras de Madrid de cadáveres multitudinarios, desapariciones humanas, torturas y fosas comunes de muy amplio rango. Un grupo de ellas se encuentran localizadas en Paracuellos del Jarama...
Las matanzas de personas indefensas no constituyó un hecho aislado en la zona republicana durante la contienda civil, sino que cualquier ciscunstancia adversa, como sus contínuos errores bélicos, les servía de pretexto para cebarse con los inermes presos de las cárceles, y así sucedió con decenas de miles de víctimas desde los comienzos de la contienda hasta sus últimos coletazos: las matanzas colectivas en El Arahal (Sevilla), donde anticipándose a la llegada de las fuerzas nacionales, los milicianos incendiaron el módulo donde tenían encerrados a sus oponentes, muriendo abrasados. Los marinos de Cartagena arrojados al mar, los fusilamientos masivos de las prisiones de Ubeda, Ciudad Real, Toledo, Almería, Lérida, Málaga, San Sebastián y el fuerte de Guadalupe, Castellón, Ibiza, Fuenteovejuna, Albacete…
Por lo que a Madrid concierne, el genocidio de Paracuellos, con su torrentera de sangre, vino a constituir la culminación de masacres anteriores, como la del Cuartel de la Montaña, amén de los miles y miles de madrileños y de madrileñas asesinados en cualquier lugar por las innumerables checas que gozaban de facultad para registrar, detener, torturar y ejecutar a las víctimas que no pudieron escapar del terror rojo en los meses anteriores...
“Debe ser recordado como el sanguinario carnicero de Paracuellos”, exigen algunos.
Santiago Carrillo mató a más de 4.000 personas (8000 según algunas fuentes) en Paracuellos del Jarama, cientos de ellos niños, y no solo no se arrepiente de ello, sino que lo esconde aún a sabiendas de que la unidireccional “memoria histórica” está de su parte. ¿Acaso habría más memoria histórica que juzgar y castigar al genocida de Paracuellos, que todavía vive? Carrillo debería ser juzgado antes de su muerte, su nombre y apellidos son sinónimos de matanzas, genocidio, odio…
También se van sumando voces que destacan la improcedencia de la mismísima Universidad Autónoma de Madrid, concediéndole el premio “Doctor Honoris Causa”, porque esto implica deslegitimar los mismos fundamentos universitarios al premiar con dudosos honores a un criminal de guerra que ordenó asesinar sin juicio previo a miles de civiles inermes...Las manifestaciones y denuncias contra la impunidad judicial de la que goza han sido la tónica durante los últimos años, tanto por parte de asociaciones que piden justicia como por los familiares de las víctimas del genocidio, que no pierden la esperanza de que el criminal que organizó las matanzas sea juzgado en vida para que sus asesinatos no queden impunes.
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