En ocasiones los agentes se quejan amargamente de que ellos realizan su trabajo deteniendo a los criminales y que los jueces los ponen en libertad.
Detener antes de tiempo en una investigación “inmadura” puede suponer que tengamos pocas pruebas o indicios con los que enviarlos a prisión. Detener de forma tardía quizá implique que los delincuentes se nos escapen, que la operación se vaya al garete, o lo que es mucho peor, que los terroristas ejecuten su plan.
¿Qué motiva que se detenga antes de tiempo o que se pase el momento adecuado?. La mayoría de las veces las detenciones precipitadas son provocadas por mandos nerviosos que se impacientan por el lento transcurso de los hechos. Esos mandos no suelen conocer los detalles operativos y tan solo esperan los resultados para así poder vender el éxito a sus superiores o a los políticos de turno.
Las detenciones tardías, mucho menos frecuentes, se suelen dar por la indecisión de algún mando, normalmente operativo, por la falta de información, o porque toda la operación se ve precipitada por un hecho inesperado.
Para evitar este tipo de situaciones tan solo cabe realizar una buena investigación, tratando de obtener toda la información posible sobre los objetivos, y tener una buena supervisión operativa de la situación. Normalmente son los propios investigadores los que conocen cuando se alcanza ese punto de maduración. Como he dicho, la investigación lleva su propio ritmo, y los agentes han de adecuase a él. No podemos
pretender acelerar un cargamento de droga que viene de Colombia.
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