Contacto Voronez
El 10 de octubre de 1989 las televisiones de medio mundo abrieron sus diarios con una noticia sorprendente: un Objeto Volador No Identificado había aterrizado sobre un parque público de la Unión Soviética causando gran expectación y temor…
Para analizar qué puede esconderse tras un episodio de tal espectacularidad, es obligado que analicemos punto por punto los pormenores de la experiencia con todos los datos de los que dispongamos. Por lo pronto hay que decir que exceptuando al sobresaliente investigador Jacques Vallée, ningún reconocido ufólogo occidental ha acudido hasta la ciudad de Voronez con la intención de desvelar el enigma. De momento baste decir, para todo aquel que piensa que el asunto puede resolverse de un plumazo, que el propio Vallée en su libro UFO Chronicles of the Soviet Union: A Cosmic Samizdat, coescrito con la periodista científica del prestigioso diario Le Figaro, Martine Castello, asevera que hay indicios de realidad en el mismo. En su visita a la localidad en 1990, pese a que no estaba nada convencido de lo sucedido, descubrió que se pudo desinformar desde un principio para que el aterrizaje cayera en el olvido y no fuera tomado en serio más allá de las fronteras rusas. Muchos datos e informaciones pueden no ajustarse a la verdadera naturaleza del fenómeno manifestado en Voronez. La utilización del símbolo ummita es una de las cuestiones que más hizo dudar a Vallée en un principio sobre la credibilidad del aterrizaje, y a su vez le confirmaría, una vez desarrolladas todas las pesquisas, la posible participación de “agentes externos” a los testigos para añadir detalles fraudulentos a la experiencia. La manipulación obviamente ha de tener un propósito: restar credibilidad a un hecho y crear confusión, por tanto algo de realidad debía haber tras el singular episodio OVNI. Como ejemplo del interés en zanjar el asunto por la vía rápida, veamos la siguiente nota de prensa reproducida solo dos días después: “El corresponsal de Tass que dio el notición de los OVNIs, un amante del vodka”. “El redactor jefe adjunto de la agencia de noticias soviética Tass, Igor Yefimov, declaró que no cree en la historia del OVNI de la ciudad rusa de Voronez difundida anteayer por un corresponsal de la agencia conocido por su amor al vodka. ‘El reportero Vladimir Ledebev deberá examinar el caso con lupa’, dijo Yefimov”. Con esta nueva panorámica de los acontecimientos podemos afrontar una revisión de lo acontecido en Voronez e intentar dilucidar qué ocurrió aquella tarde en una populosa localidad rusa que ha pasado por méritos propios a los anales de la ufología internacional como uno de los sucesos más debatidos, controvertidos y mediáticos que se han conocido.

Descifrando el enigma
Al poco tiempo se presentó en el parque el científico Genrij Silanov, jefe del Laboratorio de Geofísica de Voronez y destacado miembro de un grupo de investigación de fenómenos anómalos de la ciudad, por lo que se supone que su participación en el caso se debe más a una iniciativa particular y privada que a una determinación del citado laboratorio por esclarecer los hechos.
Situado en el lugar del supuesto aterrizaje, Silanov descubrió, como posteriormente indicaría a la prensa –concretamente al periodista Vladimir Lebedev–, cuatro huellas formando un rombo, que atribuyó a las “patas” del OVNI, y una huella circular de 20 m de diámetro. Las marcas ocasionadas por las “patas” se pudieron medir y fotografiar, situandose entre unos 4 ó 5 cm de profundidad, y entre 14 ó 16 de diámetro. El peso del artefacto se estimó en unas 11 toneladas. A este respecto Jacques Vallée afirmaba en su libro que coincidía plenamente “con la gama de las estimaciones alcanzadas por los científicos franceses que estudiaron marcas físicas en aterrizajes OVNIs durante la oleada sucedida en Francia en 1954”. La altura de las “patas” debería ser considerable, ya que los ramajes no presentaban torceduras ni roturas, y los “gigantes” trabajaron en los alrededores con cierta comodidad. En la misma zona, el científico ruso encontró una extraña piedra roja oscura, parecida a la arenisca –algunas citas hablan de dos piedras rojas– que en un principio, y tras un examen mineralógico se dijo era desconocida en nuestro planeta. Sin embargo a los pocos días la prensa anunciaba, en un nueva entrega, que “analizada la piedra no se detecta ningún componente extraño”. Uno de los elementos más importantes y desconcertantes hallados en el lugar del aterrizaje se realizó cuando Silanov descubrió que existía un elevado grado de radiactividad entre las cuatro huellas. Este detalle fue oficializado y confirmado plenamente por una “comisión” estatal, en la que participó Stanislav Kádmenski, titular de la Cátedra de Física Nuclear de la Universidad de Voronez, que preocupados por la salud pública de los habitantes de la urbe, investigó los hechos. Aunque se pronunció negativamente sobre el supuesto aterrizaje de un OVNI, el experto confirmó que en el área se registró el doble de radiactividad.
Niños… y adultos
Leemos para ello la prensa de la misma fecha: “Varias decenas de personas que esperaban el autobús fueron testigos de la llegada, a las 18.30 horas, de un objeto volador no identificado”. Según el corresponsal de Sovietskaya Kultura en Perm, E. Yefremov “…el lugar estaba abarrotado de gente que esperaba el autobús y la muchedumbre pudo ver claramente cómo se abría la compuerta –del OVNI– y al humanoide que apareció en la abertura…”. En la propia televisión rusa aparecieron decenas de testigos adultos que confirmaban con sus propias palabras lo narrado por los niños, por lo que no se entiende que se dijera que el caso solo estaba respaldado por adolescentes.
El teniente de la policía C. A. Mateveyev exponía ante las cámaras lo que vio aquella tarde: “Yo estaba en el parque sur, cerca de la carretera, y vi un objeto volador a una altura de 200 y 250 m”. Su compañero, el capitán C. H. Okunev, también observó el OVNI: “Se quedó a la misma altura si moverse horizontalmente. Eso me interesó mucho, porque no podía ser un globo meteorológico”. Por su parte, Alexander Kustischev habló de los humanoides de la siguiente forma: “Era enorme, más que nosotros, parecía muy fuerte”. Algunos de los chicos incluso fueron entrevistados pasados algunos años y volvieron a ratificar sus primeras declaraciones. No obstante nunca se pudo aclarar uno de los detalles que más intrigó a los investigadores, incluido al propio Vallée: la imposibilidad de localizar al supuesto joven que desapareció al recibir el haz luminoso del tubo que portaba uno de los humanoides. Tras estudiar el suceso queda claro que algo inusitado sucedió en la ciudad de Voronez, pero las pruebas definitivas pueden estar durmiendo en algún oscuro archivador, aguardando otra revolucionaria Perestroika…
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